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Un libro que nos presenta una perspectiva diferente sobre los partidos políticos

Foto del escritor: Fer TorresFer Torres

Reseña del libro Apuntes sobre la supresión general de los partidos políticos




En la actualidad, para los politólogos es inviable tomar en consideración otro sistema de representación como el más adecuado que no sea los partidos políticos. No obstante, para la autora de este libro, los partidos políticos no son otra cosa que un arma poderosa con la facultad de destruir el alma humana, tan poderosa que ni el diablo podría alcanzar esta habilidad. Escrito por Simone Weil y publicado póstumamente, el presente texto desarrolla una idea que se puede resumir con la siguiente cita:

“Los partidos políticos son organismos públicos, constituidos oficialmente para matar el sentido de la verdad y la justicia” (Weil 1940, p. 25).

De este modo, la obra hace referencia a uno de los mayores males de la sociedad que, en este caso, son los partidos políticos, así como desarrolla la necesidad de erradicarlos de nuestros sistemas políticos actuales. Simone Weil fue una escritora e intelectual francesa que nació en 1909 en París y falleció en 1940. Participó tanto en la vida obrera como en la Guerra Civil Española desde el bando anarquista. Precisamente esta tendencia de pensamiento conduce a la consolidación de esta obra, la cual retrata de manera pertinente y clara preguntas de suma complejidad. Nos adentraremos en ellas.


Para comprender la obra, debemos introducirnos de facto hacia la siguiente premisa: la democracia y la voluntad general no son “buenas en sí mismas”, estos dos conceptos son simplemente formas de alcanzar el fin máximo – según Weil – el cual vendría a ser el bien común. Esto lo analizaremos desde el desarrollo de la democracia como una forma más de organización que permite el acceso de las personas al gobierno y buscar un sentido de representación, mas esta democracia – exactamente por la presencia de los partidos políticos – está supeditada por completo a las pasiones.


Es necesario aclarar que el presente texto no cuestiona el sistema democrático representativo en su totalidad, lo cual se torna objetable a posteriori dentro de los parámetros expuestos en el trabajo, pero este punto lo desarrollaremos después. El texto se alinea, además, a las concepciones contractualistas de Rousseau, mediante las cuales erigimos un individuo racional que busca llegar a consensos. Es aquí en donde los partidos empiezan a destruir a las sociedades, debido a que Weil detecta dos males para la democracia: 1) las pasiones colectivas y 2) falta de expresión de las voluntades y necesidades por parte de la población.


Ahora bien, ¿qué tienen que ver los partidos políticos con aquellos males? Pues, dadas sus características, la supresión de estas maquinarias es el primer paso para ponerles fin a estas complicaciones. Las características descritas por la autora son tres: 1) partido como una maquinaria que genera pasiones colectivas, 2) partidos políticos se constituyen para poder propiciar un control del pensamiento de la ciudadanía, y 3) su fin último es su propio crecimiento. Este desarrollo conlleva una revisión constante que resulta en la conclusión de que estas organizaciones no solo son malas, sino que son uno de los mayores errores para nuestras democracias. En aquel texto anterior, quiero advertir con anticipación, es clara la falta de sustentación bajo investigaciones profundas y, más que un desarrollo en Ciencia Política, se basa en una reflexión práctica y de vivencias propias en diversos partidos políticos.


Teniendo en cuenta las características previamente expuestas, procederemos con el desarrollo de estas según el orden que realiza Simone en sus apuntes: para ello, usaremos al Partido "A" como ejemplificador. El tercer punto nos insta a empezar con la pregunta ¿Por qué existen los Partidos Políticos? Lo primero que avizoramos en nuestra mente es el pensamiento de la recolección de demandas sociales y la defensa de los electores. Sin embargo, debemos considerar un punto: cada Partido en un sistema tiene sus propias ideas de bien común, estas se atan a vivencias independientes, pero el Bien Común es solo uno; por ende, existe una competencia entre bienes comunes.


Aquel dilema se soluciona, como previamente aludimos, mediante la búsqueda de un consenso racional entre los representantes. Para que "A" se pueda imponer a los demás partidos, este debe necesariamente tener más poder. Es así que "A" buscará formas con las que el partido crezca a fin de obtener la oportunidad de que su concepción sea la que se sobreponga a las demás. Este es un fenómeno cíclico. "A" termina por perseguir un crecimiento constante, volviéndolo su fin. De esta forma, busca imponerse frente a los demás, lo cual suscita que tanto "A" como los demás partidos presentan tendencias al autoritarismo.


Respecto al segundo punto, observemos nuevamente hacia "A”: este crea una doctrina política, la cual extiende a todos sus afiliados y a sus miembros elegidos. Ello da lugar a plantearnos que ellos se encuentran totalmente de acuerdo con sus preceptos. Un ideario es comparable a una caja que introduce todos los pensamientos en un molde. El control sobre los pensamientos ocasiona que los afiliados a un partido político renuncien a su individualidad, se remiten a dejar de pensar en su concepción de bien común para comprometerse a la de la organización.


Tanto la segunda como la tercera característica son las más desarrolladas, elevan razonamientos que, si bien parecen caer en un sesgo determinado, argumentan de forma concisa y variada estos puntos. El primero es el más ambiguo, ya que la autora presupone que todo el texto hasta donde se construye es una forma de argumentar esta característica. Es por ello que considera al partido como maquinaria de pasiones colectivas, se considera implícito, pues los partidos tienden necesariamente hacia esta característica y esta es su única herramienta para poder captar seguidores.


El texto concluye que la desaparición de los partidos políticos acarrearía un mejor tipo de representación, surgiendo una independencia sobre los representantes a votar y edificar una opinión de forma libre, previa consulta a sus electores, modificando así también las campañas electorales, sin etiquetas y en cambio buscando una aproximación con las personas. El problema detectado está aquí, puesto que una crítica principal es renunciar a la individualidad de los representantes y afiliados al unirse a un partido; no obstante, sucede lo mismo para con el representado. Las personas renuncian a su propia individualidad al elegir a alguien. Esto ingresa en contradicción con lo previamente referido, puesto que el elector sigue cediendo su capacidad de incidir de forma independiente en el sistema.


Por último, encuentro el texto como uno sencillo de leer, ameno y corto. Desarrolla ideas interesantes sobre el anarquismo y, con especial énfasis, la necesidad de la desaparición de los partidos políticos. El desarrollo de estos puntos es uno didáctico, empero a veces el texto contiene sesgos claros que dificultan proseguir con un análisis profundo. Este concibe necesariamente a los partidos políticos como herramientas totalmente negativas y se ciñe a su experiencia para poder esgrimir este punto. El sistema analítico afirmado es peculiarmente llamativo; aun siendo así, considero que requiere de mayor afianzamiento y ampliación.


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Bibliografía


Weil, S. (1940). Apuntes sobre la supresión general de los partidos políticos. (A, Díaz, Trad.). Ediciones Godot.


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