“Si esto es un hombre” es el primer libro de una trilogía que narra la historia de Primo Levi durante su estancia en el Lager de Auschwitz. Dentro de ella se describe la situación en la que viven los prisioneros y cómo es que el campo de concentración nazi fue un lugar deshumanizante para todo aquel que entró allí.
Levi hace una reflexión narrando desde los asuntos más sencillos hasta los más complejos a la luz de lo vivido, sin dejar de lado como fue la relación con sus compañeros en un campo de concentración o, como él lo llama, campo de destrucción.
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El Lager de Auschwitz, un campo de concentración nazi, es el lugar en donde se desarrollan los hechos narrados por Primo Levi; de modo que el libro abarca los momentos desde su llegada al campo de concentración hasta su eventual salida. Durante este transcurso Levi examina la situación de sus compañeros y cómo es que era posible identificarlos en dos grupos: los hundidos y los salvados. El autor tiene como una de sus ideas centrales que “ninguna experiencia carece de sentido ni es indigna de análisis” (Levi, 1947, p. 52). En ese sentido, Levi tuvo experiencias particulares que le permitieron tener un alcance adicional de la vida de los prisioneros. Según el mismo autor, dichos eventos le permitieron continuar con vida en el Lager, suerte que no tuvieron la gran mayoría de sus compañeros.
La deshumanización del Lager
En la obra Levi señala que sobrevivió al Lager porque llegó en un momento en el cual la mano de obra escaseaba y, por tanto, la vida de los prisioneros se prolongaba. Ahora bien, una vez dentro, aparte de lo previamente mencionado, la situación no había cambiado del todo, los Häftling (prisioneros) tenían que sobrevivir, además de los maltratos de los soldados, al frío intenso de Auschwitz y al sofocante calor de verano; bajo tales condiciones, gran parte de los prisioneros murieron. Levi, por su parte, considera que sobrevivió a la deshumanización del Lager por haber estado en lugares menos laboriosos durante eventos cruciales como el frío intenso.
Por un lado, Levi estuvo en el Ka-be, a raíz de una herida producto de las intensas jornadas laborales, En este lugar, Levi tuvo la oportunidad de descansar y, según narra, pensar un poco más sobre sí mismo y su situación, cosa que no se les permitía en el Lager. Levi describe cómo es que en este lugar vuelve a recobrar cierta humanidad y ver al otro con más empatía. Por otro lado, el laboratorio de Química constituye un espacio de trabajo que, a pesar de seguir siendo visto como inferior, le permitió tener jornadas laborales menos cargadas.
La esperanza de un mañana
A través de los relatos de Levi, se muestra cómo es que gracias a que conservó su instinto de vivir y la esperanza de algún día salir, pudo sobrevivir al Lager. A partir de ahí, reconoció que era necesario escribir sobre lo vivido en el Lager y, en consecuencia, este pensamiento le dio un motivo adicional de vivir, a pesar de los despojos que el Lager había realizado. El Lager, al ser un espacio deshumanizante, despojó no solo de lo material a los prisioneros sino de aspectos más profundos como su capacidad de razonar, su identidad y su cultura.
En ese sentido, encuentro que el autor, a través de diferentes relatos, demuestra como el Lager despoja a los Häftling de sí mismos y, en consecuencia, gran parte de ellos se convertían en, como Levi señala, hundidos. Estos, eran simples personas que abandonaron el raciocinio y la búsqueda de querer seguir con vida, señala el autor. Los hundidos habían perdido toda esperanza de ver un mañana, se movían por puro instinto y no veían más que la muerte próxima, de modo que al no tener motivo por el cual sobrevivir, al poco tiempo verdaderamente morían. En consecuencia, la obra señala, explícita o implícitamente, que el solo deseo de vivir puede ser el principal motor para sobrellevar la deshumanización de un lugar como el Lager.
“[Los hundidos] sufren y se arrastran en una opaca soledad íntima, y en soledad mueren o desaparecen, sin dejar rastros en la memoria de nadie”.
La “suerte” de Levi y el deber de la memoria
Un aspecto importante que Levi señala en repetidas ocasiones es la suerte que tuvo de encontrarse en lugares precisos durante periodos críticos. El autor pone muy en relieve dicho “factor” y pareciera que minimiza todos los demás aspectos que menciona al final de su obra; de modo que, al hacerlo, pone a lo externo (la suerte) por encima de su capacidad propia de sobrevivir a la desmoralización y humillación. A pesar de ello, reconocer los pequeños factores indica que Levi aprecia cada uno de ellos y que, en verdad, sumaron en convencerlo de redactar su experiencia en el campo de destrucción de Auschwitz.
Conclusión
En conclusión, la obra de Levi desarrolla aspectos tan particulares de su estancia en el Lager, que permite al lector encontrar a detalle situaciones comunes en un campo de concentración que imposibilitaron al Häftling desarrollar un pensamiento racional. Bajo esa mirada, considero que Primo Levi no solo logró sobrevivir en el Lager por la “suerte” que tuvo, sino por su interés en documentar “algunos aspectos del alma humana”. Aun a pesar de todo, ya sea en el Ka-be o en su puesto en el laboratorio de química, Levi sentía que le quitaba el lugar a alguien más.
Puede o no que la suerte lo haya acompañado, pero creo que ponerlo en discusión carece de sentido, de modo que lo verdaderamente importante de esta historia es el deber de poner los acontecimientos a discusión a través de la memoria. Si bien es cierto que el tema inicial de la memoria es planteada en otro de los escritos de Primo Levi, titulado “Deber de memoria”, este libro da el inicio de una reflexión social sobre la importancia de hacer memoria y, sobre todo, permite a todo lector conocer aquel momento histórico en que la humanidad tocó fondo.
Bibliografía:
Levi, P. (1947). Si esto es un hombre. Austral.
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