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Un faro de conocimiento y justicia: Una mirada a las elecciones rectorales 2024 y la responsabilidad social de la universidad con la construcción de ciudadanía

Foto del escritor: Rafael Polar Rafael Polar
Las elecciones rectorales son un momento crucial para la universidad. No se trata solo de elegir a la persona que liderará la institución, sino de definir qué tipo de universidad queremos ser y qué papel queremos desempeñar en la sociedad. Es una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con la responsabilidad social y la construcción de ciudadanía, y para asegurarnos de que la universidad continúe siendo un faro de conocimiento y justicia en el país


Rafael Polar

Estudiante de 7mo ciclo de Derecho en PUCP | Representante ante la Asamblea Universitaria PUCP | Ex-presidente del CF Letras | Director de Actualidad Jurídica “Diálogos Humanos” en Equipo de DDHH



Desde mi punto de vista, cuando la universidad más prestigiosa del país no demuestra de manera sólida un compromiso con la defensa de la democracia y la protección de los derechos humanos, y al mismo tiempo no adopta una postura de apoyo a las iniciativas estudiantiles orientadas al fortalecimiento del Estado democrático de derecho, la noción de ser «la mejor del país» en términos universitarios se vuelve profundamente reduccionista y vacía. Es imperativo que una universidad no solo se destaque por sus indicadores académicos o rankings internacionales, sino que también sea un modelo de ética y responsabilidad social. 


La excelencia universitaria no puede medirse únicamente por logros académicos o posiciones en rankings internacionales; debe también ser evaluada críticamente por su impacto ético y social en el país. Una universidad que no se posiciona de manera clara frente a las violaciones de derechos humanos o que permanece indiferente ante crisis ético-morales en el gobierno, renuncia a su deber fundamental de formar ciudadanos críticos y comprometidos con la justicia y la democracia. Esta omisión no sólo socava su legitimidad moral, sino que también erosiona la confianza de los estudiantes, desmotivándolos a ser agentes de cambio y defensores de los valores democráticos esenciales. 


Históricamente, nuestra universidad ha desempeñado un papel crucial en el país. Hace no muchos años, los estudiantes nos organizamos en defensa de la Ley Universitaria, que estaba siendo atacada por intereses partidarios de algunos congresistas con la intención de sabotear los estándares educativos mínimos con la única finalidad de lucrar a costa de los estudiantes. Además, la memoría histórica nos permite recordar los movimientos estudiantiles en defensa de la independencia judicial durante el régimen de Alberto Fujimori y los movimientos en solidaridad con las víctimas del Conflicto Armado Interno, entre otras luchas en las que el movimiento estudiantil ha desempeñado un rol determinante. 


En este contexto, las elecciones rectorales cobran una importancia significativa, no solo como un proceso democrático interno, sino como un reflejo del compromiso de la universidad con los valores democráticos y la responsabilidad social. Los candidatos a rector deben presentar propuestas claras que no solo aborden la mejora académica y administrativa de la institución, sino también su papel activo en la sociedad. Es esencial que los candidatos se comprometan con la promoción de una educación inclusiva y equitativa, que fomente el pensamiento crítico y el compromiso ciudadano. 


La elección de un rector no puede ser vista simplemente como una elección más dentro de la universidad. Es una oportunidad para redefinir el rol de la institución en la sociedad, para reafirmar su compromiso con la justicia social y los derechos humanos, y para fortalecer su papel como agente de cambio. Los estudiantes, profesores, administrativos y todos los miembros de la comunidad universitaria deben ser conscientes de la trascendencia de este procedimiento y exigir la responsabilidad que conlleva reactivar la noción humanista de la PUCP. 


Es necesario que la universidad adopte una postura clara y firme frente a los desafíos sociales y políticos del país. Esto supone no sólo regirse bajo cálculos políticos de qué es conveniente combatir y que no, sino incrementar el apoyo activo a las iniciativas estudiantiles que buscan fortalecer el Estado de derecho. La universidad debe ser un espacio de formación de ciudadanos críticos y comprometidos, y esto solo será posible si se asegura que sus autoridades reflejan estos valores en su gestión. 


En conclusión, las elecciones rectorales son un momento crucial para la universidad. No se trata solo de elegir a la persona que liderará la institución, sino de definir qué tipo de universidad queremos ser y qué papel queremos desempeñar en la sociedad. Es una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con la responsabilidad social y la construcción de ciudadanía, y para asegurarnos de que la universidad continúe siendo un faro de conocimiento y justicia en el país.


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