El nuevo equipo rectoral debe tener presente que las voces dentro de las instancias de representación son insuficientes y que, en consecuencia, para satisfacer las necesidades de nuestra comunidad se requiere un diálogo que trascienda estos espacios. Así mismo, es imperante que comprenda que se requiere la persistencia del diálogo durante todas las etapas: formulación, implementación y evaluación de las soluciones propuestas tienen igual relevancia.
![](https://static.wixstatic.com/media/4512a1_e12ccbb057014fcfb9152b96f1a2c7c9~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_653,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/4512a1_e12ccbb057014fcfb9152b96f1a2c7c9~mv2.jpg)
¿Qué se le puede exigir a las listas postulantes para el rectorado PUCP? Si reconocemos a nuestra comunidad universitaria como un conjunto heterogéneo, esta pregunta se torna extremadamente complicada.
En un escenario ideal las demandas del estudiantado, profesorado, personal administrativo y de servicios deberían dialogar entre sí, sin embargo, siempre llega un punto donde los intereses se contraponen. Además, si analizamos a profundidad cada uno de estos grupos, podemos evidenciar que existe una gran variedad de necesidades internas que no se encuentran articuladas.
¿Esto significa que no existen demandas transversales? Por supuesto que no: la construcción y renovación de infraestructura; mejora de los servicios de salud, alimentación y deporte; mantenimiento e incremento de la calidad académica; establecimiento de la universidad como un espacio seguro; y reformulación del manejo financiero son necesidades comunes y urgentes para cada persona que integra la PUCP. En este tipo de problemáticas, el ‘qué hacer’ generalmente está claro, es el ‘cómo’, ‘cuándo’ y ‘para quién’ lo que genera conflictos.
Ningún estudiante se opondría a la construcción de más aulas y ambientes de estudio (el ‘qué hacer’), pero ciertamente habrían discordancias respecto a las alternativas para adaptar la infraestructura existente ( el ‘cómo’), el momento idóneo para realizar los trabajos (el ‘cuándo’) y qué grupo o grupos merecen ser beneficiarios de esta intervención (el ‘para quién’). Pensemos en las facultades de Derecho y Gestión, la primera adolece de sobrepoblación estudiantil, mientras que la segunda carece de aulas propias ¿A quién se debería priorizar? Por más que la decisión sea tomada con base en criterios técnicos (cantidad de alumnos, flujo de alumnos, tipo de espacio requerido por carrera), será inevitable una reacción negativa por parte del grupo perjudicado/no beneficiado.
Si algo queda claro a partir de las líneas anteriores es aquello que no se le puede exigir a los postulantes al rectorado: decisiones que satisfagan a cada miembro de la comunidad universitaria. El concepto es bastante claro, no obstante, en la práctica es olvidado frecuentemente por aquellas personas que son elegidas para representar a los diferentes grupos de interés dentro de la PUCP. Entonces, ¿qué es lo que realmente se le puede exigir a un equipo rectoral? La respuesta es corta pero difícil de concretar: un diálogo propositivo y vinculante. El problema no reside en la inexistencia de espacios para la discutir las diferentes problemáticas que nos aquejan, sino en la limitada injerencia de estos organismos sobre la acción o inacción de la universidad. El diálogo pierde valor cuando no se traduce en acciones, pues pasa de ser un principio a un mero procedimiento. En ese sentido, contar con una Asamblea Universitaria de casi 100 miembros resulta poco útil si su única función es la de deliberar. Nuestro objetivo no es darle omnipotencia a la Asamblea, pero sí podemos y debemos exigir que exista un fuerte nexo entre aquello que se dialogue y lo que se termine ejecutando desde el Consejo Universitario.
¿La existencia de este nexo puede asegurar la satisfacción de las demandas? Tristemente, no. El nuevo equipo rectoral debe tener presente que las voces dentro de las instancias de representación son insuficientes y que, en consecuencia, para satisfacer las necesidades de nuestra comunidad se requiere un diálogo que trascienda estos espacios. Así mismo, es imperante que comprenda que se requiere la persistencia del diálogo durante todas las etapas: formulación, implementación y evaluación de las soluciones propuestas tienen igual relevancia. Finalmente, es crucial aclarar que el nivel de involucramiento del estudiantado, profesorado, personal administrativo y de servicios será determinante para que cualquier rectorado logre tener una gestión exitosa, aunque esa discusión se abordará en una siguiente oportunidad.
Comments