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Nuestros derechos no se negocian

Foto del escritor: Fátima Estrada Fátima Estrada
Vivimos una crisis política que trae cada día nuevas noticias de retroceso institucional, en derechos sociales y políticos. Atravesamos un gobierno autoritario que ha ejercido ejecuciones extrajudiciales sin piedad y que hasta ahora sus deudos esperan justicia. Atravesamos el retroceso de la reforma universitaria, con la pérdida total del rol fiscalizador de la Sunedu. Atravesamos un alza del costo de vida y la canasta básica familiar que ha traído un aumento de medio millón de peruanos en situación de pobreza. En medio de toda esta situación la pregunta dónde está la universidad cabe y sobra. En adelante, cuestiono el rol de la universidad y su objetivo de ser la mejor universidad para el país y cómo la realidad dentro de la universidad no es ajena a lo que viene pasando. Hoy les digo a los y las postulantes que la alimentación digna, la estabilidad de la economía familiar, nuestra identidad, espacios seguros y la calidad educativa definitivamente no se negocian. 


Fatima Estrada

Estudiante de séptimo ciclo de Ciencia Política y de Gobierno| Feminista y activista| En los últimos años ejerció el cargo de Secretaria de Asuntos Académicos del Centro Federado de EEGGLL en 2022-1, Tercio Estudiantil de EEGGLL en 2023| Actualmente Representante ante la Asamblea Universitaria.



Vivimos una crisis política que trae cada día nuevas noticias de retroceso institucional, en derechos sociales y políticos. Atravesamos un gobierno autoritario que ha ejercido ejecuciones extrajudiciales sin piedad y que hasta ahora sus deudos esperan justicia. Atravesamos el retroceso de la reforma universitaria, con la pérdida total del rol fiscalizador de la Sunedu. Atravesamos un alza del costo de vida y la canasta básica familiar que ha traído un aumento de medio millón de peruanos en situación de pobreza. En medio de toda esta situación la pregunta dónde está la universidad cabe y sobra. En adelante, cuestiono el rol de la universidad, su objetivo de ser la mejor universidad para el país y cómo la realidad dentro de la universidad no es ajena a lo que viene pasando. Hoy les digo a los y las postulantes que la alimentación digna, la estabilidad de la economía familiar, nuestra identidad, espacios seguros y la calidad educativa definitivamente no se negocian. 


Ser la mejor universidad del Perú es un orgullo para la comunidad universitaria, ser estudiante PUCP es algo que no se olvida y nos hace reconocibles en el campo laboral. Pero, en esta continua lucha de superación y reconocimiento a nivel nacional e internacional cabe preguntar, ¿somos la mejor universidad para el país? Es distinto, porque involucra no solo la excelencia académica sino también la responsabilidad universitaria con la sociedad. Por lo tanto, involucra que la universidad se reconozca como un actor sociopolítico, con capacidad de incidencia e involucramiento en la situación política y la solución de problemas sociales. Sobre lo primero, se espera que la universidad no abandone a sus estudiantes cuando socavan nuestra educación, nuestro bienestar, nuestros derechos sexuales y reproductivos, nuestro derecho a protestar y un gran etcétera ¿Cómo lo ha venido haciendo? Creo que es una cuestión con suficientes recursos para poder resolverla.  


Sobre lo segundo, la RSU debe ser un eje transversal en las acciones de la universidad. Porque no somos una burbuja ni las paredes que la rodean deben ser un bloqueo a la realidad. Las diversas situaciones de desigualdad esperan nuestro involucramiento, que empieza desde lo más cercano que es el Barrio PUCP y que continúa con una responsabilidad con todo el país. Para ello, contamos con una calidad docente, pre docente y estudiantil que podría estar al servicio de la comunidad para acortar las brechas educativas, económicas y sociales. Por eso mismo, descentralizar también es una tarea que exige el liderazgo de la universidad en la Red Peruana de Universidades. El cual debería ser un espacio de retroalimentación, conexión y proyección de mejora de la educación superior, no un espacio de networking. Para ambos campos, creo firmemente que lo que se necesita es voluntad política. 


Del mismo modo, el derecho a la educación no involucra meramente tener docentes capacitados/as, infraestructuras modernas y completas, laboratorios adecuados, materiales, mallas actualizadas y que respondan a las necesidades, espacios de estudio suficientes entre otras cosas enfocadas en “lo académico”. En realidad, la educación implica también el derecho a una alimentación digna, espacios de descanso,  espacios de recreación y ocio, espacios seguros y libres de violencia, espacios libres de discriminación por razón de género, procedencia cultural, capacidades diversas, etc. Implica en su totalidad preocuparse por el bienestar integral de sus estudiantes. Resulta lógico, pero en la práctica para muchos actores ni lo meramente académico ni lo integral resultan una prioridad. Incluso, se ha utilizado el discurso de ser una universidad católica o privada para denegar las responsabilidad de la universidad para garantizar estos derechos. 


No es incompatible ser una universidad católica y construir un espacio seguro con igualdad de género, respeto a la diversidad e inclusión. Por un lado, hasta el momento no contamos con un Diagnóstico de Violencia Basada en Género actualizado y completo que nos permita reconocer las dimensiones de la violencia que se vive en la universidad y su impacto en el bienestar estudiantil. Tras el cierre de la Mesa de Diálogo quedan tareas pendientes como la creación del Observatorio de Género y la actualización y medición de la política de igualdad de género en la docencia. Sobre la reforma trans, hasta ahora presenta limitaciones institucionales y discriminatorias que no han tenido la priorización adecuada. La cuestión de si la universidad cuenta con infraestructura inclusiva y programas para estudiantes con discapacidad y neuro divergencias. Y por favor, que no olvidemos la importancia de la interculturalidad y diversidad cultural, cuestiones que siguen sin abordarse. Por ello, hasta ahora los espacios de escucha terminan siendo insuficientes, en especial si no se nos dan las garantías para manifestarnos o denunciar esta situación., ¿Cómo se puede estudiar y convivir con tu agresor(x)?¿Cómo se puede estudiar si te discriminan por tu identidad?¿Cómo podemos convivir si no tenemos infraestructura y programas inclusivos para la diversidad estudiantil?


No es incompatible ser una universidad privada y no lucrar con las boletas de tus estudiantes y exigirles adaptarse a condiciones ajenas a su realidad socioeconómica. Un principio de las universidades católicas es ser libres de lucro; es decir, no buscar un aprovechamiento monetario de quienes se benefician de la universidad. Pero aquí nacen dos preguntas. Primero, ¿cuántos sueldos de un peruano promedio perciben nuestras autoridades? Estoy segura que ha sido una pregunta que alguna vez habrá salido de los estudiantes, pero no podemos tener claridad de ello sin transparencia económica. Esto implica dos cosas, información al alcance e involucramiento de la comunidad universitaria en la gestión económica. Segundo, ¿el alza de las boletas hasta cuándo será sostenible? Un aumento sostenido del valor del crédito no puede convivir con una situación económica donde el sueldo básico no sube, la canasta familiar se escasea y cada vez más hay mayor situación de vulnerabilidad socioeconómica. Es necesario una propuesta firme que nos asegure que se dejará de lucrar con el dinero de las familias. En esta línea, necesitamos que se tome en cuenta a la comunidad becaria, la realidad que vivimos no coincide para nada con las condiciones socioeconómicas que exige la universidad. No obstante, pareciera que estas cuestiones aún no son una prioridad.


Finalmente, a lo largo de esta columna espero no solo haber hablado un poco de todo, lo que resulta necesario si abordamos las demandas estudiantiles. Espero haber conectado la idea de que la universidad no es aislada a la realidad y mucho menos una burbuja, presenta una enorme diversidad de estudiantes, con diversas demandas que responder. Donde la universidad y su comunidad también han tenido que sobrevivir una pandemia y continuas crisis sociales. La pregunta que surge ante las y los postulantes es ¿queremos renovar el compromiso de esta gestión o tomar el rumbo de otro liderazgo? Es una pregunta que no sabremos responder por ahora, pero que a lo largo de este proceso electoral debe quedar claro el compromiso de la Representación Estudiantil ante la Asamblea Universitaria de responder a la agenda estudiantil. Sin embargo, algo que queda totalmente claro para los, las y les estudiantes es que, definitivamente, nuestros derechos no se negocian.

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