“¿Mejores partidos? Claro que sí. ¿Mejores políticos? Por supuesto. Pero para eso hacen falta ciudadanos comprometidos, que hagan algo más que quejarse en Twitter o en la barra del bar.”
(Ignacio Escolar, Los partidos políticos se desmoronan)
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Durante los últimos meses, nuestro país ha sido escenario de constantes enfrentamientos sociales y políticos que han puesto en jaque la estabilidad del régimen democrático. Así pues, el estallido social, las acciones arbitrarias del gobierno de Dina Boluarte y la indiferencia del Congreso de la República demuestran una vez más, la precaria relación que existe entre los ciudadanos y su élite política. De acuerdo a la última encuesta de opinión realizada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), el índice de desaprobación del Parlamento y la mandataria oscila en 91% y 75% respectivamente (2023). Estas cifras demuestran que la percepción de representación por parte de los ciudadanos es baja; es decir, los ciudadanos no consideran que su clase política gobierne de acuerdo a los intereses que persigue la comunidad en su conjunto. Asimismo, la encuesta demuestra cifras alarmantes con respecto al interés de la ciudadanía en la política. Según el IEP, el 58% de los encuestados se encuentra poco o nada interesado en política (2023). De esta manera, se evidencia que el poco interés de la sociedad civil también contribuye a los problemas de representación. En ese contexto, resulta necesario reflexionar sobre cómo los ciudadanos y la clase política inciden en la crisis de representación.
Sobre el impacto de la sociedad política y posibles medidas de solución
Para el funcionamiento correcto de una democracia se necesita de partidos políticos sólidos y eficientes que aseguren estabilidad en la dinámica política de representación. De este modo, los partidos tienen la función de canalizar las demandas de la sociedad civil al Estado. No obstante, cuando estos carecen de legitimidad, resulta difícil establecer la organización en la arena electoral. Al respecto Levistky y Zavaleta afirman: “la capacidad de los partidos nacionales para canalizar las carreras políticas se ha esfumado” (2019: 21). Ciertamente, los partidos ya no son el único medio por el cual los políticos deciden llegar al poder; de hecho, existen métodos informales de “hacer política” en el Perú. Una muestra de ello es la articulación de los candidatos electorales en agrupaciones independientes, las cuales Zavaleta denomina “coaliciones de independientes” (2014). Sin duda, este método de supervivencia política impide que la sociedad política pueda proponer una solución frente a la crisis de representación.
La suma de lo explicado evidencia el principal problema de nuestra clase política: la formación de partidos políticos estables. Por tal motivo, resulta necesaria la implementación de reformas electorales que fortalezcan la organización y formación de los partidos políticos. Por otro lado, las organizaciones políticas deben comprometerse a mejorar la oferta electoral en los comicios nacionales y subnacionales. De hecho, la falta de candidatos idóneos ocasiona que la ciudadanía tenga que elegir al “mal menor”. Asimismo, se debe evitar medidas populistas como la prohibición de la reelección inmediata de autoridades subnacionales y congresistas, pues estas no contribuyen en solucionar la crisis de representación; por el contrario, agudizan el problema. En definitiva, aún existen barreras que impiden que la clase política pueda solucionar el problema de representación por su cuenta.
Sobre la responsabilidad de la sociedad civil y algunas propuestas
La participación de la sociedad civil es indispensable en un régimen democrático dado que la ciudadanía tiene la responsabilidad de elegir a quiénes los gobiernan. De esta manera, estos gozan de la oportunidad de elegir al candidato que mejor los representa. Sin embargo, en el Perú, la falta de confianza y el poco interés de la ciudadanía hacia los asuntos políticos del país ocasionan la mala elección de la clase política en los comicios. De acuerdo con el sociólogo Romeo Grompeone, el incremento de la apatía política y la indiferencia hacia la democracia son producto de la débil participación ciudadana (1991: 145). Efectivamente, la actuación de la sociedad civil es primordial para evitar la desarticulación de los ciudadanos con la política y la democracia. Por lo tanto, responsabilizar directamente a la clase política sobre los problemas de representación resulta contradictorio. Tal como sostiene el mismo autor: “La afirmación de una comunidad política exige también de la vigencia de la participación popular” (1991: 145).
De lo expuesto, se puede afirmar que la indiferencia de los ciudadanos agudiza la crisis de representación. Por consiguiente, es conveniente que la sociedad civil impulse la formación de nuevos liderazgos que cuenten con la participación de población joven y comprometida. Ciertamente, la inclusión de nuevos rostros en política genera nuevas perspectivas de solución. Por otra parte, desde el Estado, la planificación de campañas de concientización de alcance nacional sobre el deber ciudadano y la oferta electoral antes de los comicios es fundamental, pues contribuiría a realizar un voto responsable. De igual manera, la realización de debates, foros o asambleas pueden contribuir a que los ciudadanos expresen sus opiniones y propuestas. En suma, las acciones de la sociedad civil son determinantes para solucionar o complicar la crisis de representación. Por ende, los ciudadanos deben ser conscientes de la responsabilidad que tienen en la dinámica política de un país.
En conclusión, la crisis de representación política en el Perú es un problema complejo que refleja la precariedad de nuestra clase política y la indiferencia ciudadana. Estas dificultades ocasionan que la democracia del país sea inestable. Empero, ningún actor social o político se hace responsable de las consecuencias que ocasiona su actuar en nuestro sistema democrático. De modo que este accionar evidencia que aún existe una brecha enorme para realizar consensos a favor de un bien en común. Si bien la crisis de representación se debe principalmente a la pobre labor de los partidos políticos y la sociedad política en general, los ciudadanos son un factor determinante en la agudización de este problema. De esta manera, se debe prescindir de opiniones divisionistas que sólo atribuyen los problemas del Perú a los “políticos de siempre”, pues esto promueve que los ciudadanos eludan su responsabilidad democrática. Definitivamente, si queremos buscar culpables, debemos tener en cuenta que tanto ciudadanos como políticos son parte indispensable del compromiso democrático.
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Bibliografía
GROMPONE, Romeo
1991 El velero en el viento: política y sociedad en Lima. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
INSTITUTO DE ESTUDIOS PERUANO (IEP)
2023 Informe de opinión – Marzo. Lima. Consulta: 2 de abril de 2023.
LEVITSKY, Steven y Mauricio ZAVALETA
2019 ¿Por qué no hay partidos políticos en el Perú?. Lima: Planeta Perú.
ZAVALETA, Mauricio
2014 Coaliciones de independientes: las reglas no escritas de la política electoral. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
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