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Pensamientos dispersos sobre el amor romántico, el neoliberalismo, le “otre” y el egocentrismo

Foto del escritor: Fer TorresFer Torres

"Porque, si el amor se ha vuelto en una forma de acceder a la corporeidad de las personas, esto nos lleva a pensar que las ideas en las que parte de ceder todo para amar, se constituyen como mecanismos para controlar el cuerpo de le otre sujete. "

El sujeto del amor es une misme, no hablamos del amor propio, no hablamos de autoestima, hablamos del egocentrismo del sujeto para amar. No amamos, nunca lo hemos hecho, el amor ha sido asesinado por el capitalismo y neoliberalismo, el amor ahora es un producto de consumo. No solo hablamos de un “amor líquido” que subjetiva todos nuestros principios, sino algo que ha dejado sus principios básicos para volverse en solo deseos que se basan en un discurso capitalista. Pizarnik nos diría en sus diarios “Quiero nadar desnuda en tu sangre” (2021), esto después de hablar del sexo como algo superfluo y no absoluto. Tampoco es que sea así, tampoco es que el sexo deba ser algo perpetuo que nos golpea y se convierta en algo eterno, aun así, estamos en un claro sistema que habla del sexo como una forma de expresar amor.


No creo que sea así, ver al sexo como un elemento necesario para el amor o un sinónimo para el amor, o si quiera un objetivo para el amor es convertir a la otra persona en objeto de consumo. En primer lugar, es claro que el amor romántico se impone mediante estructuras discursivas que generan que el sujeto busque formar lazos sin diferencias y estandarizados que entren en un molde de untodo comerciable (Sánchez-Sicilia y Cubells 2018). Es por ello que vemos al sexo – aclarando que la concepción del sexo que defiendo es una no falocéntrica – dentro de los patrones neoliberales y heteropatriarcales de sumisión, y pureza, debido a que deseamos que calce con los modelos de comportamiento previamente extendidos, cuando realmente no es así. Cuando el sexo, visto como la culminación de un proceso de amor, no es más que una de las mayores expresiones del consumismo.


El amor es para algunxs como “la mera muerte” y el dejar la “mismidad” para configurarse de distintas formas en la “otredad” de le “otre”, darse cuenta que puedes dejar tu visión narcisista para concretarte en las preocupación e identidad de le sujete amade. Es ahí cuando el sexo, como la conclusión de un proceso, no calza de forma correcta, pues ver al amor como un camino para fornicar no es sino ver al amor como una herramienta y al sexo un objetivo. Es ver la corporalidad de le “otre” como un sujeto de consumo, el sexo es sexo, es un deseo, un pacto que se genera de una persona para con la otra para sentir cosas determinadas. Podemos concebirlo como placer, el placer no es erróneo, es necesario, es parte de la experiencia humana. Ahora, tal vez, si nos dejamos –dentro de este deseo– de observar solo a nosotres, entenderemos también las repercusiones que el placer tiene con otres, esto es salir de nuestra mismedad. Esto no significa romantizar el sexo, significa no ver a la otra persona como un bien de consumo, sino como alguien con quien de forma conjunta se está cumpliendo un deseo.


El amor romántico nos convierte en mercancía, no en humanes, mediante las expectativas en la “mera vida” – donde no deseamos ser dañades al salir de nuestra burbuja ilusoria -, mediante el sexo donde solo nos volvemos en un algo para concretar un acto que bien puede ser solo placentero. Porque, si el amor se ha vuelto en una forma de acceder a la corporeidad de las personas, esto nos lleva a pensar que las ideas en las que parte de ceder todo para amar, se constituyen como mecanismos para controlar el cuerpo de le otre sujete. Debido a ello, menciono que el amor romántico es una forma de volvernos en mercancías, pues este lleva a un control del cuerpo, no de forma consensuada sino impositiva y destructiva entre las partes. Esto no quiere decir que debamos dejar de amarnos, sino más bien construir nuevas formas de amar conociendo cómo se consolidan estas estructuras de poder frente a lo que sentimos, somos y la sociedad en la que nos encontramos. Así formar un amor que nos permita entender a le “otre”, que nos permita realmente “nadar en la sangre” de la otra persona sin ahogarnos en la nuestra. En síntesis, es necesario comprender los discursos y las acciones que nos subyugan a estas visiones de relaciones humanas.


Por ello, podemos mencionar que los discursos totalizantes del mercado frente al amor han generado claramente un proceso donde toda idea de lo malo es errónea, es parte de este molde que previamente mencionaba. Es así que la idea de amor está pasando por un proceso de domesticación con el fin de volverse un objeto de consumo, quitándole todo elemento negativo, los cuales resultan ser algo común, como peleas, discusiones, entre otros (Byung-Chul Han 2012). Todo es adornado y busca satisfacer al capital mediante la alienación de les sujetes para su más fácil procesamiento. Por lo tanto, evitamos los problemas a toda costa, no los vemos como algo a superar, sino como una dificultad enorme la cual es motivo de nuestra renuncia y nuestra salvación propia. En resumen, a veces tenemos que ser capaces de ver la “mera muerte”, salir de la esclavitud y miedo de lo que representa nuestra identidad, la identidad de le “otre” y vivir sin las expectativas que se nos impone. Con lo cual empezar a vivir sin presiones externas, más que los sentires internos, pues la sociedad nos ha impuesto el amor sin darse cuenta que hay formas incluso inhumanas de vivir el amor.


Este es un manifiesto, nada es nuevo, solo defiendo una forma más de ver el amor. Es pensar que el amor que se ha formado de la lógica egocéntrica del neoliberalismo es limitante por sí misma. Esto nos ha llevado a colmar a las personas y a nosotres de expectativas que no podremos llegar a cubrir nunca. No solo ello, sino que ha cubierto a todo dentro de una lógica violenta que ha hecho que se justifiquen actos que nos afectan. No nos hemos permitido ver fuera de nosotres, fuera de lo que significa nuestra visión limitada del mundo para observar el amor bajo el del ser amado. No solo ello, sino que hemos convertido al sexo en un objetivo, lo cual ha convertido en nuestros cuerpos en cosas, en algo inanimado e insustancial, solo en fuentes de deseo.


 

Bibliografía:


Byun-Chul Han (2012). La agonía del Eros. Barcelona: HERDER.


Sánchez-Sicilia A. y Cubells Serra J. (2018). Amor, posmodernidad y perspectiva de género: entre el amor romántico y el amor líquido. Investigaciones Feministas, 9(1), 151-171. https://doi.org/10.5209/INFE.58143


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