Madre de todos los puneños, mamita Candelaria: Cultura y devoción en una celebración única
- Celina Mamani
- 12 feb
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 9 mar
Uno de los aspectos que más destaca sobre La Virgen de la Candelaria es su reconocimiento como milagrosa y protectora en diferentes momentos de la historia de Puno.
La celebración a la Virgen de la Candelaria en Puno se remonta al siglo XVI, en el periodo colonial. Durante este tiempo, al igual que con otros santos patrones, la virgen fue introducida con el propósito de fomentar la cristianización en los Andes, de modo que se intentaran desplazar los cultos que se rendían a los dioses del mundo andino, como por ejemplo, el culto a la Pachamama. Sin embargo, no sucedió así, pues con el tiempo ambos elementos, tanto religiosos como ancestrales se fusionaron y dieron paso a nuevos significados para la población puneña.
Uno de los aspectos que más destaca sobre La Virgen de la Candelaria es su reconocimiento como milagrosa y protectora en diferentes momentos de la historia de Puno. No solo en temas de carácter social, sino también frente a desastres naturales: lluvias intensas, sequías, granizadas, heladas, etc. De esta forma, se ha consolidado su papel como la “madre de todos los puneños, mamita Candelaria”.
Ahora bien, la festividad fue adquiriendo mayor popularidad en el período republicano. Como indica La Serna, esto también significó una ligera diferenciación en el sentido celebratorio: “unos más cercanos a los ritos y programas oficiales establecidos por la autoridad eclesial en el templo y otros más cercanos al sentimiento festivo y popular” (2016, p. 90). No obstante, más adelante ambos sectores se integrarían, enriqueciendo la festividad y logrando una mejor realización.
El primer concurso se realizó en 1929 y en los años posteriores la cantidad de participantes se incrementó de manera paulatina. (Instituto Americano de Arte) En este contexto se realza la participación de las famosas comparsas de sikuris y su espíritu de competencia que mantuvieron intactas las tradiciones musicales (Espezúa, L. 1942). La contribución de la festividad a la identidad, cultura y religión llevó a que en 2014, la UNESCO la reconozca y declarara Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Ahora bien, la festividad fue adquiriendo mayor popularidad en el período republicano. Como indica La Serna, esto también significó una ligera diferenciación en el sentido celebratorio: “unos más cercanos a los ritos y programas oficiales establecidos por la autoridad eclesial en el templo y otros más cercanos al sentimiento festivo y popular” (2016, p. 90). No obstante, más adelante ambos sectores se integrarían, enriqueciendo la festividad y logrando una mejor realización.
El primer concurso se realizó en 1929 y en los años posteriores la cantidad de participantes se incrementó de manera paulatina (Instituto Americano de Arte). En este contexto se realza la participación de las famosas comparsas de sikuris y su espíritu de competencia que mantuvieron intactas las tradiciones musicales (Espezúa, L. 1942). La contribución de la festividad a la identidad, cultura y religión llevó a que en 2014, la UNESCO la reconozca y declarara Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Actualmente la celebración reúne a más de 200 conjuntos divididos en dos categorías durante los días de concurso: el primero en danzas autóctonas realizado el 2 de febrero (fecha central) y el segundo, danzas en trajes de luces llevado a cabo una semana después (la octava). Se estima que alrededor de cuarenta mil bailarines y músicos tanto de Puno como de otras regiones, incluidos extranjeros, rinden homenaje a la virgen en sus respectivas agrupaciones. Los festejos culminan con el kacharpari que representa la despedida hasta el año siguiente.
Es interesante cuestionarnos cómo la festividad de la Virgen de la Candelaria reúne a miles de devotos en un mismo espacio en el cual los elementos religiosos y culturales se hibridan.
Esto nos ayuda a entender la verdadera esencia de la celebración que, más allá de lo visible, representa un profundo sentimiento colectivo -como ocurre en la mayoría de veces en el sur andino- de identidad, orgullo y devoción a la Virgen. Esta fusión de lo religioso y lo cultural se explica en diferentes aspectos de la festividad. Por un lado, existe todo un cronograma de misas, procesiones y albas dentro del calendario oficial al cual la población puneña asiste. Por otro lado, está el carácter festivo que celebra a la Virgen y el encuentro entre las culturas quechua y aymara. Como indica La Serna, la fiesta en ese sentido adquiere un significado especial, pues es el “reencuentro” en el que se fortalecen los lazos de la comunidad andina. Muchas personas que por diferentes circunstancias han migrado a otras ciudades regresan a Puno para rendir pleitesía a la Virgen (2016, p. 29), participando como bailarines y/o músicos en las diversas agrupaciones folclóricas; incluso, algunos ocupan cargos como el de presidente del conjunto. Este aspecto resulta especialmente interesante, ya que implica una gran inversión personal y económica a lo largo del año con el propósito de rendir un buen homenaje a la virgen y, al mismo tiempo, obtener reconocimiento. Para ello se recurren a las relaciones amicales y familiares con la finalidad de garantizar un buen número de danzarines en el conjunto. No obstante, es importante aclarar que todos los gastos en los que incurren no son vistos como tal, sino como muestras de fe. Como dice la popular canción -considerada, me atrevo a decir, el “himno” de los puneños- reflejando el profundo compromiso y devoción:
Toda mi alma y mi corazón
Toda mi vida si así lo quieres
En prueba de mi fe
El sincretismo que mantiene viva la tradición

Es importante reflexionar acerca de ese sincretismo que caracteriza a la festividad de la Virgen de la Candelaria, así entendemos y no olvidamos nuestra historia y tradición.
De esta forma, la festividad adquiere sentido gracias a ambas esferas, la Virgen de la Candelaria representa un símbolo que une lo sagrado con lo festivo. Refuerza la identidad cultural y el sentido de pertenencia de la población puneña. Solo basta con detenerse a escuchar la riqueza sonora de las agrupaciones musicales, desde trompetas hasta sikus y zampoñas. Del mismo modo, la variedad de danzas autóctonas cuenta una historia o rito propio acorde a su entorno sociocultural. Un arquetipo que representa ello es la diablada, danza considerada mestiza que utiliza caretas de metal con formas de diablo y capas con piedras bordadas, las cuales, en principio son una adaptación de las vestimentas religiosas -como la ropa de los curas- las mismas a las que posteriormente se les asignaron nuevos sentidos en el contexto festivo/andino (Aramayo, O., p. 95, 2017).
Todo ello representa la viva manifestación del amplio bagaje folclórico que existe en toda la región del sur andino.
Por esta razón es importante reflexionar acerca de ese sincretismo que caracteriza a la festividad de la Virgen de la Candelaria, ya que así entendemos y no olvidamos nuestra historia y tradición. De este modo también aseguramos la continuidad de lo nuestro en el tiempo.
1 Canción Mamita Candelaria
2 Kacharpari o cacharpari proviene del vocablo quechua que significa despedida
Bibliografía
Aramayo, C. O. (2017) Orígenes de la diablada. La Vida & La Historia, Vol. 4, 6 (I). https://revistas.unjbg.edu.pe/index.php/vyh/article/download/416/411/782
MINISTERIO DE CULTURA (2016) Religiosidad, folclore e identidad en el altiplano Una historia de los universos festivos de la mamita Candelaria de Puno.
UNESCO (2014) La fiesta de la Virgen de la Candelaria en Puno. https://ich.unesco.org/es/RL/la-fiesta-de-la-virgen-de-la-candelaria-en-puno-00956
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