Antes de que nos olviden: Representar para transformar
- Nicolás del Carpio
- 4 jun
- 5 Min. de lectura
Antes de que nos olviden, no olvidemos por qué estamos aquí ni para quiénes. [...] Mientras exista quien recuerde y luche, la historia seguirá latiendo. Y, aunque el tiempo borre los nombres, habremos hecho lo que verdaderamente importa: transformar para que otros puedan soñar.
Una noche del 2022, cuando aún, siquiera, había rendido los primeros parciales de mi vida universitaria —cuando el retorno a la presencialidad era apenas una realidad incipiente y mi cabello lucía un poco más largo que en la actualidad—, recibí ese mensaje, tan familiar para quienes transitamos los pasillos de la representación estudiantil: ¿Te interesa la política universitaria? Seguido, como es habitual, de la invitación a postular a un cargo.
Sentí miedo. Miedo de no saber lo suficiente, de no estar a la altura, de decir que sí sin entender del todo a qué me comprometía. Desconocía el Estatuto de la Universidad, la Ley Universitaria y los códigos no escritos que rigen la política estudiantil. Sin embargo, algo dentro de mí –quizás la voz de quienes me precedieron en este camino –, me impulsó a aceptar.
Desde entonces, todo ha sido una sucesión de experiencias, tropiezos y aprendizajes que me conducen, casi inevitablemente, a escribir este artículo. Y, una vez más, a preguntarme: ¿Qué significa representar?
La historia que nos trajo hasta aquí

Ese sí no llegó solo. Venía acompañado de una historia, de una herencia silenciosa. Me atrevería a decir que todos llegamos a estos espacios con una. La mía es esta: soy un hijo de la educación. Mi abuela materna fue una mujer que vivió en un pueblo del Cusco, analfabeta, quien quizás nunca imaginó que su nieto estudiaría en la mejor universidad del Perú. Mi otra abuela fue una de las primeras mujeres en impulsar la educación intercultural bilingüe. Para mi familia —como para tantas otras— estudiar aquí no fue un destino obvio, sino una conquista.
Habitar este campus es, sin duda, un privilegio.
Caminar entre sus bibliotecas y jardines, aprender de docentes que son, a la vez, autores de las teorías que estudiamos, es un lujo que generaciones anteriores no se atrevieron siquiera a soñar.
De ahí nace mi compromiso: contribuir a expandir ese derecho y abrir puertas para otros.
Representar no puede ser un trámite vacío; es una responsabilidad histórica. No basta con estar: hay que hacer que nuestra presencia tenga sentido para las comunidades que representamos.
Memoria estudiantil

Caminamos por el campus, estudiamos, votamos cada noviembre. Pero, ¿lo hacemos conscientemente? ¿Somos plenamente conscientes del peso que tiene la política universitaria, su impacto en nuestra vida y en nuestra historia colectiva? Lo cierto es que mucho de lo que hoy damos por sentado es fruto de luchas que existieron y persistieron.
Entre 1967 y 1968, la Federación de Estudiantes de la PUCP (FEPUC) protagonizó uno de los episodios más cruciales del movimiento estudiantil. En ese entonces, regía una escala única de pensiones —injusta y ajena a las diferencias— que motivó una exigencia firme de reforma. El rectorado respondió con una simulación de cambio: nuevas escalas, pero mantuvo la antigua como la más baja. Lejos de resignarse, los estudiantes organizaron tomas, presionaron, resistieron, rasgaron paredes, hasta lograr lo impensable: una estructura de pensiones más justa y democrática.
Gracias a esa lucha, hoy muchos estudiamos en una universidad que antes era privilegio y que ahora, poco a poco, comienza a pensarse desde la justicia y el acceso (De Belaunde, 2008).
Décadas después, la lucha por la igualdad de género marcó un nuevo hito. En 2017, la representación estudiantil canalizó las demandas de la Reforma Trans, una agrupación de personas género-disidentes que impulsó la creación de la Normativa para la inclusión del nombre social y la Política de Respeto de la Identidad de Género. Su perseverancia llevó estas demandas al Consejo Universitario, abriendo, así, el camino hacia una PUCP más inclusiva. En 2019, la Mesa de Trabajo de Género —fruto de la presión y el activismo de las estudiantes— logró la creación del Protocolo de prevención y atención para víctimas de violencia de género y la creación de la Oficina de Igualdad de Género y Diversidad (Punto Edu, 2019) . Se trata de reglamentos pioneros que, incluso, un lustro después, pocas universidades en nuestro país poseen.
Escuchar para representar, representar para transformar

Todo esto forma parte de un mismo legado. Uno que hoy, quienes ocupamos los espacios de representación, debemos custodiar y renovar. Porque nada de esto se mantiene por sí solo. El cogobierno —esa estructura que permite a estudiantes, docentes y autoridades tomar decisiones de manera conjunta— fue también una exigencia histórica. Hoy existe, sí, pero su legitimidad depende de que lo sigamos habitando con sentido y compromiso.
Vuelvo, entonces, a la pregunta inicial: ¿Qué significa representar? Especialmente como REAs o Tercios, donde el trabajo es a menudo técnico y menos visible que el de los centros federados. ¿Tiene sentido sentarse en una mesa, votar, proponer, si todo ello se convierte en un ejercicio aislado? ¿Estamos representando o simplemente ocupando un lugar?
Representar, he aprendido, no es hablar desde la individualidad. Es convertirse en canal, en puente. Es escuchar y traducir la incomodidad difusa de los pasillos en políticas y proyectos concretos.
Es leer el estatuto, sí, pero también leer la universidad como quien se enfrenta a una una novela difícil: con atención, con preguntas, con la voluntad de entender cada palabra y cada silencio. Es negociar, ceder, renunciar al ego y al ímpetu individual para alcanzar un objetivo mayor, colectivo, que muchas veces trasciende nuestras gestiones.
Contaba al inicio cómo llegué hasta aquí. Esta columna va dirigida para quienes dijeron sí hace poco y hoy son REAs o Tercios electos. César Vallejo escribió:
“Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él”.
Aspiremos a eso: que nuestra voz no se quede encerrada en una sala de reuniones, sino que vuelva —con sentido y humildad— a los patios, a las rotondas, a los pasillos, y hoy también, a las redes sociales.
A quienes asumen hoy, no les pido certezas. Nadie las tiene al principio. Les pido disposición: lleguen con la voluntad de aprender, de preguntar, de no acostumbrarse. No den por sentada ninguna conquista. No ignoren las historias que los anteceden, ni las propias, esas que los llevaron a decir sí.
No se encierren en siglas, listas ni colores. La universidad– como el país– no cambia por una sola persona, agrupación o espacio. Cambian desde la articulación, desde el diálogo, desde una política del encuentro que reconoce en el otro una diferencia legítima con la que se puede construir.
Antes de que nos olviden

Llamé a este texto “Antes de que nos olviden”, como una canción de Caifanes, porque es inevitable: algún día nuestras gestiones, votaciones y carteles serán solo archivos digitales o revistas empolvadas en hemerotecas. Pero si abrimos más puertas de las que cerramos, si dejamos una universidad más justa, más clara y más habitable de la que recibimos, entonces no importará si nos recuerdan.
El verdadero legado no lleva nombres ni firmas, se construye en los gestos cotidianos, en puertas abiertas y caminos menos solitarios.
Antes de que nos olviden, no olvidemos por qué estamos aquí ni para quiénes. Hagamos memoria, porque estamos aquí por algo, y sobre todo, por alguien. Mientras exista quien recuerde y luche, la historia seguirá latiendo. Y, aunque el tiempo borre los nombres, habremos hecho lo que verdaderamente importa: transformar para que otros puedan soñar.
Referencias:
De Belaunde, A. (2008). Tu propio mayo del 98. En Mural de Letras N°5. PUCP.
Federación de Estudiantes de la PUCP - FEPUC. (2019, septiembre 27). Reunión de representantes estudiantiles y colectivas feministas con el Rector [Publicación de Facebook]. Facebook. https://www.facebook.com/fepuc/posts/pfbid0CdWUm5Ctgi62u5koNmuyd9Z4ZfP2DP9BjyiUEEWa6XeVLmU7rSG7Q5qGKoceSBqvl
Pontificia Universidad Católica del Perú. (2019). Contra la violencia de género. PuntoEdu. https://puntoedu.pucp.edu.pe/noticia/contra-la-violencia-de-genero/
Torres, C. (1998-1999). Estudiar y luchar por la liberación nacional: Juventud y movimientos universitarios en la PUCP de los sesenta. Debates en Sociología, (23-24), 109-130.
Zapata, A., Lossio, J., & Pollarolo, G. (2017). 100 años PUCP. Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial. https://files.pucp.education/homepucp/uploads/2020/03/24234819/100-a%C3%B1os-PUCP-libre.pdf
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