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Licencia de maternidad: entre la expectativa y la realidad de su eficiencia e incidencia en las problemáticas de género

Foto del escritor: Stefany InquillaStefany Inquilla
A propósito del Día de la Madre y la inminente ola de romanización, enaltecimiento e idealización heroica de la maternidad que invade las viviendas peruanas y las tiendas de regalos, vale la pena preguntarnos: ¿realmente se perciben políticas públicas eficientes que permitan mejores condiciones sociales y de género para las madres? ¿Cuánta incidencia poseen beneficios como la licencia por maternidad en el contexto peruano? En definitiva, “podemos preguntarnos como sociedad, qué esperamos de la maternidad, y por qué” (Sanabria et al., 2020), pero, sobre todo, debemos cuestionar hasta qué punto defendemos los derechos de las madres tanto como las idealizamos. Por eso, esta columna de opinión estará destinada a reflexionar las principales deficiencias de la licencia por maternidad, así como su alcance e implicaciones en el Perú.


A propósito del Día de la Madre y la inminente ola de romanización, enaltecimiento e idealización heroica de la maternidad que invadirá pronto las viviendas peruanas y las tiendas de regalos, vale la pena preguntarnos: ¿realmente estamos frente a políticas públicas eficientes que permitan mejores condiciones sociales y de género para las madres? ¿Cuánta incidencia tiene la iniciativa estatal en el contexto peruano? 


Es claro que las discusiones de género han invadido el espacio público, sembrando la esperanza de mejores condiciones generales para la mujer. Sin embargo, como es evidente (y hasta esperable), resulta difícil dejar de lado ideologías que han estado enredadas en nuestras relaciones sociales y familiares por milenios. Dicha visión influye también en el éxito de la aplicación de determinadas políticas públicas sobre maternidad. Por ello, la presente columna de opinión busca develar cómo la falta de perspectiva de género y una visión general del contexto peruano hace de la licencia de maternidad una medida, en la práctica, problemática y definitivamente mejorable.


La licencia de maternidad, al ser comparada con aquella que percibe el padre, revela un significativo desequilibrio entre los días de licencia de la madre y los del padre. Por un lado, “la madre tiene derecho a un descanso del trabajo por 14 semanas (98 días), que pueden ser divididos en 49 días antes del parto y 49 días después” (Plataforma Digital única del Estado Peruano, 2024). Este tiempo de licencia buscaría proteger la integridad de la madre y promover la cercanía emocional y de lactancia con el recién nacido. Por su lado, de acuerdo con el artículo 2 de la Ley 29409, “la licencia por paternidad a que se refiere el artículo 1 es otorgada por el empleador al padre por diez (10) días calendario consecutivos en los casos de parto natural o cesárea”. El problema principal de esta diferencia abismal no necesariamente se encuentra en el tiempo de recuperación médica que es menester para la madre, sino en los efectos prácticos de su aplicación. Es decir, esta desigualdad en tiempo de licencia afectaría con la percepción de responsabilidades de ambos padres y en la desigualdad de género en el campo laboral. 


Por una parte, tener una licencia excesivamente más larga para la madre reproduce, de manera indirecta pero culturalmente impactante, la idea de que la imagen femenina tiene mayor responsabilidad con el hijo. Observemos la selección léxica de la norma (la cual terminaría por enriquecer los prototipos de género): la mujer ‘cuida’ y el hombre ‘ayuda’ en el cuidado. Por supuesto, no es sorpresa que este discurso esté internalizado en nuestra sociedad e indirectamente reduzca la agencia padre en la crianza de los hijos. Sin embargo, todavía resulta necesario aplicar un enfoque de género (que promueva la igualdad y se preocupe por ella) en la mencionada política.


Además, vale señalar que el reducido tiempo que posee el padre de licencia es insuficiente para crear una conexión real con el neonato e involucrarse activamente con su función paternal en el proceso. Por ende, la responsabilidad sigue siendo mayor para las féminas; esto, se traduce a una carga mental, social y emocional de por vida por sobre las madres. 


Por otro lado, para nadie es un secreto que, en la vida laboral práctica, la discriminación hacia la mujer es pan de cada día. Así, es común que los empleadores muestren preocupación al contratar mujeres en edad fértil o embarazadas, debido a la obligación de las empresas a otorgarles licencia por maternidad. De hecho, de acuerdo con Anna Ginès, profesora de Derecho Laboral de ESADE: “la baja por maternidad puede ser un factor decisivo para acabar decantándose por un hombre en una empresa”. Lo mencionado solo supone una gota más en el vaso de la desigualdad laboral y dificulta aún más la ocupación femenina en espacios empresariales. Por eso, “es necesario entender que la maternidad es una cuestión de género, de lo contrario las políticas de Estado dejan por fuera esta manifestación, y de ese modo se reproducen las consecuencias más negativas de este mandato” (Sanabria et al., 2020, p. 317). En ese sentido, opciones como ‘igualar’, en la medida de lo posible, el tiempo de licencia de padres y madres podría reducir el sesgo en la contratación.


Ahora bien, esta medida aplica para trabajos formales, y, considerando que más del 70% de la población económicamente activa se encuentra en un empleo informal, realmente, medidas como esta no llegan al grueso poblacional de madres. De hecho, en América Latina las tasas de informalidad laboral de las mujeres son 20% superiores a las de los hombres (Tornarolli et al., 2014). Esto es problemático, pues probablemente las madres más afectadas son aquellas que forman parte de estratos económicamente vulnerables. Además, para una madre en Perú, “una mayor cantidad de hijos es relevante en la probabilidad de estar en la informalidad” (Purizaca, 2024, p.34).  Por eso, es importante plantear nuestras políticas públicas de modo que estas sean capaces de llegar a la mayor cantidad de madres posibles considerando la naturaleza económica, social e ideológica de nuestro país. 


Para concluir, este Día de la Madre ha de ser una oportunidad relevante para seguir luchando por la formación de maternidades dignas, la cual ya no puede significar más un privilegio de aquellas que logran alcanzar un trabajo formal, sino que debe consolidarse como un tema de interés público. Recordemos que la maternidad "pintada" como símbolo familiar, las madres "objetivadas" como presentación del amor y entrega en los vínculos familiares, la venta de rosas rojas y tazas de felicitación solo estarán de adorno si no somos capaces de enfatizar nuestro compromiso con la mejora social, económica y de derecho para las madres peruanas.



BIBLIOGRAFÍA


Fiestas Purizaca, C. J. Maternidad y Empleos informales en Perú (2024). https://repositorioacademico.upc.edu.pe/handle/10757/669560


Ley Nº 24409, 2018, Ley que concede el derecho de licencia por paternidad a los trabajadores de la actividad pública y privada, Modificación de 2018, Diario Oficial "El Peruano". https://busquedas.elperuano.pe/dispositivo/NL/1666491-2


Sanabria, H. A., Ortiz, L. G., & Gutierrez, L. S. (2020). Sexualidad, maternidad (es) y masculinidad (es) en conflicto. ConCienciaSocial, 4(7), 304-322. file:///C:/Users/HP/Downloads/mmessi,+20_Sanabria_contribuciones.pdf


Tornarolli, L., Battistón, D., Gasparini, L., & Gluzmann, P. (2014). Exploring trends in labor informality in Latin America, 1990-2010 (No. 159). Documento de Trabajo. https://www.econstor.eu/handle/10419/127667


Trámites para el recién nacido. (2024, 6 marzo). Orientación - Registro Nacional de Identificación y Estado Civil - Plataforma del Estado Peruano. https://www.gob.pe/se/533-tramites-para-el-recien-nacido.

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