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El Retablo del pensamiento: una aproximación a las mentalidades de las comunidades andinas

Ricardo Bardales y Gonzalo Peña
El arte es una poderosa herramienta cultural para expresar temas latentes, pero transversales a la sociedad. A través de este podemos manifestar las más puras emociones, deseos o quejas sin necesidad de recurrir a largos manifiestos formalmente razonados. En tal sentido, la cinta Retablo de 2017 dirigida por Álvaro Delgado hace visible ciertos aspectos de nuestro pensamiento andino, precisamente, reculando donde es incómodo hurgar. Así como alguna vez Pierre Bourdieu usó la fotografía para observar y conocer la crisis de la vida campesina en Argelia y Francia. Ahora, en el siglo XXI, una película peruana ayuda a visibilizar la vida campesina en temas como: la cuestión del género, la vida privada y la etnicidad. Recomendamos encarecidamente que realice un visionado de la película en mención. A continuación realizaremos una aproximación al pensamiento andino a partir del análisis del filme.


El arte es una poderosa herramienta cultural para expresar temas latentes, pero transversales a la sociedad. A través de este podemos manifestar las más puras emociones, deseos o quejas sin necesidad de recurrir a largos manifiestos formalmente razonados. En tal sentido, la cinta Retablo de 2017 dirigida por Álvaro Delgado hace visible ciertos aspectos de nuestro pensamiento andino, precisamente, reculando donde es incómodo hurgar–a este punto recomendamos encarecidamente que realice un visionado de la película en mención–. La manera en que percibimos y entendemos la realidad está influenciada por nuestras creencias y valores, lo que da lugar a nuestra cosmovisión. Estas cosmovisiones no son solo el resultado de una reflexión individual, sino que están moldeadas continuamente por la sociedad en la que vivimos y, naturalmente, por las experiencias que hemos tenido. No obstante, es importante señalar que no todas las prácticas poseen lógicas del todo virtuosas. En algunos casos, ciertos presupuestos que se asumen en una cosmovisión pueden reproducir prácticas nocivas que afectan a ciertos individuos y, por ende, a la convivencia armoniosa en la comunidad. A continuación realizaremos una aproximación al pensamiento andino a partir del análisis del filme.


En los primeros minutos “Retablo” da la sensación de ser parte de un spot publicitario sobre las relaciones parentales. ¿Qué de trágico hay en el amor entre un padre y su hijo, entre un maestro y su discípulo? La respuesta es la cultura, producto de la trayectoria histórica del pueblo y del tipo de relaciones sociales que configuran la relación de afecto. A medida que se desenvuelve la cinta cinematográfica se nos presenta a cada integrante del pueblo, como si cada uno tuviera un rol social per se. Por ejemplo, Mardonio, el mejor amigo del protagonista, asume el rol del joven campesino que, más allá de su ímpetu efervescente, se ufana de su esfuerzo físico. El trabajo en el campo es duro y demanda mucha dedicación. Mientras, su padre Timoteo, también es campesino, pero asume un rol más activo en la protección del pueblo empleando incluso la violencia física. Ambos a través de discursos y acciones violentas van a ejercer presión sobre la vida pública de los protagonistas, esto es, sobre las conciencias de Noé y Segundo, padre e hijo respectivamente. A su vez, en la vida privada la esposa de Noé, Anatolia, asume el rol de ama de casa. Por esta razón se espera obligadamente que Noé encaje en el rol de un hombre heterosexual andino padre de familia.


Teniendo esto en cuenta, nos podemos percatar que Noé es un retablista que carga con una gran presión social. Lo que le produce cierto sufrimiento psicológico que intenta canalizar ya sea haciendo lo que más ama o tomando alcohol en exceso. Más que un drama esta película puede ser vista como una herramienta para estudiar la realidad social de las comunidades andinas. Así como alguna vez Pierre Bourdieu usó la fotografía para observar y conocer la crisis de la vida campesina en Argelia y Francia. Ahora, en el siglo XXI, una película peruana ayuda a visibilizar la vida campesina en temas como: la cuestión del género, la vida privada y la etnicidad. En lo relativo a la cuestión del género, tenemos a un pueblo y pueblerinos que se ven como iguales porque comparten las mismas costumbres. Costumbres organizadas y heredadas de un orden político y social que probablemente muchos de ellos y ellas desconocen cómo se originó. Sin embargo, todo aquel que sea diferente a ellos se le excluye a cualquier costo. Aunque esto implique deshacerse del mejor retablista del pueblo. Es así que en la película prácticamente, ya sea de manera inconsciente o consciente, se desea la muerte social de Noé y su familia por su identidad de género. A través de discursos de odio [Timoteo: “no podemos ayudar a personas que hacen cochinadas”] y/o violencia física [Mamá de Anatolia: “Noé…ha tenido suerte, en tiempos de terrorismo ya lo hubieran matado”] que finalizan con el triste suicidio del individuo, Noé. Sabemos que la homofobia en el Perú todavía es normalizada en ciertas comunidades. No se tomó en cuenta el derecho de Noé a que se le respete y se le permita desarrollarse libremente. Desde una perspectiva socio-política postulamos que abordar netamente esta cuestión no es suficiente para explicar el comportamiento cruel de su entorno social [Anatolia: “¿Acaso no te das cuenta? Nunca estaremos bien aquí”].


Por ello, para fines prácticos en lo que respecta al resto de factores sociales es preciso agrupar lo que le compete a la vida privada y la etnicidad como si fuesen uno solo para analizar las mentalidades de la gente. Hay dos experiencias trágicas que experimentaron las comunidades andinas a) su explotación durante la colonia e inicios de la república y b) el conflicto armado interno, siendo este proceso más contemporáneo. Según Gonzalo Portocarrero heredamos, “el fantasma del patrón” –término acuñado por Vich (2018)–. Siguiendo esta línea, en la película tenemos a una comunidad que mantiene algunas de sus costumbres artísticas, pero que por décadas ha vivido bajo el despotismo del patrón u autoridad abusiva. Por un lado, dicha situación se refleja en el hecho de que tras revelarse el género de Noé no se escucha lo que él y su familia tienen que decir, como sí se daría en un ideal de democracia. En su lugar, de la manera más autoritaria posible se le da un castigo físico a Noé y se lo excluye.


Por otro lado, el fantasma del patrón genera lazos sociales débiles, que a la mínima expresión de ‘diferencia’ toda la comunidad mira con sobredimensionada desconfianza al ‘diferente’, quien no tiene oportunidad para reivindicarse. Es una lógica que se ha mantenido más o menos en el tiempo, y que se reforzó durante el conflicto armado interno.

Entre otras observaciones, Portocarrero (2013) explica que el proyecto de sendero fue un proyecto de odio, que usó la violencia como un fin y no como un medio. De hecho, la brutalidad senderista es mostrada en algunos de los retablos del taller de Noé. Una excesiva violencia tanto física como psicológica que terminó instaurando más miedo de la comunidad a lo externo: lo ‘diferente’. Podemos corroborar lo doloroso que fue para el pueblo enfrentarse a las amenazas (los senderistas y las FF.AA.) por la continuidad de algunas instituciones de seguridad, como las rondas campesinas [Si nosotros no nos cuidamos ¿quién lo va hacer? (Timoteo)]


Esta experiencia no solo produjo una sensación de indiferencia por parte del Estado sino una sensación de abandono generalizado. Y que aún se repite en ciertas regiones de la sierra, ahora con más fuerza en nuestras comunidades de la selva, quienes tienen que hacerle frente al narcotráfico, la minería ilegal, empresas abusivas e incluso contra el mismo Estado peruano.


De este modo, cabe como acto necesario realizar una constante crítica a los elementos perjudiciales en nuestro pensamiento andino, que justamente poseen orígenes inteligibles. El cuestionamiento de las lógicas nocivas sirven para lograr una convivencia más justa y solidaria en una comunidad. Es importante reflexionar críticamente sobre nuestras propias actitudes y comportamientos, así como sobre las normas, valores y creencias que rigen nuestra vida en sociedad. De esta manera, podemos identificar aquellas prácticas que pueden ser perjudiciales para algunos miembros y, en consecuencia, tomar medidas para erradicarlas. Es importante tener en cuenta que, en muchas ocasiones, las lógicas nocivas están arraigadas en tradiciones y costumbres que han pasado de generación en generación.


La miseria, el miedo y el autoritarismo se ciernen sobre la sociedad peruana que a veces pareciera cómplice del Estado y sus políticos, pero ya nuestra historia ha demostrado lo contrario. Dado que la historia no solo la hacen unos cuantos personajes del texto, sino también los pueblos que sufren grandes injusticias. ¿Hacia dónde ir? Primero debemos repensar el Perú como estado y nación. Ya lo dijo en 1822 José Faustino Sánchez Carrión, en palabras del historiador Mark Thurber (2020): “el verdadero sentido de romper con el sistema colonial estaba en descolonizar las costumbres para que la población pueda florecer: solo así, la ilustración y la razón de las personas alcanzaría su máximo potencial”. Descolonizar las mentes de la gente para florecer como nación. Del mismo modo, Quijano (2014) proponía romper con el “patrón global” impuesto desde la conquista. ¿Quiénes o qué nos impuso los roles del mundo rural campesino, este odio irracional hacia los individuos con otra identidad de género? Además de reflejar una compleja relación entre la biología y la cultura. Para Quijano hay una estructura de orden eurocéntrico que ejerce un cierto dominio material, social e intersubjetivo. Aunque con diferentes explicaciones, ambos intelectuales proponen la imaginación de una nueva racionalidad cultural. Esta nueva subjetividad debería pensarse a partir del respeto a la diferencia, el establecimiento de un nuevo tipo de instituciones políticas (¿cómo hacen política nuestras comunidades?) y la lucha contra los discursos de odio en cada pueblo en favor de la comunidad LGBT, y el resto de comunidades postergadas.


Nos resulta vital preguntarnos, entonces: ¿Cómo podemos considerarnos una sociedad si no somos capaces de proteger a los individuos más débiles y vulnerables?¿Dónde quedó la memoria de la juventud frente a las tragedias de nuestra historia?¿Cómo podemos intervenir en la realidad (políticas públicas), si ni siquiera tenemos idea de las heridas que moldean el comportamiento de las personas, a quienes nuestros políticos se afanan de representar con tanta soberbia?¿Qué mentalidades reproducen nuestros amados políticos?¿Qué es ser político en el Perú? Porque ser político también es un estilo de vida.



BIBLIOGRAFÍA:


Quijano, A. (2014). Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina. En: Cuestiones Horizontes. Buenos Aires: CLACSO. Pág. 777 – 832.

Portocarrero, G. (2013) La utopía del blanqueamiento y la lucha por el mestizaje. En: Hegemonía Cultural y Políticas de la diferencia. Buenos Aires: CLACSO. Pág. 165-200.

Dinámicas de racismo en el Perú: la perspectiva cultural de Gonzalo Portocarrero - Víctor Vich* (página web)



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