El fundamentalismo dificulta el diálogo multicultural e interreligioso, ya que ve mal cualquier otro tipo de creencias. Si bien en los últimos años este movimiento se ha asociado al islam, el judaísmo y el cristianismo también experimentan versiones fundamentalistas que distorsionan sus valores fundamentales. En una conferencia realizada en la Pontificia Universidad Católica del Perú, Juan José Tamayo, un reconocido teólogo español, señaló que el fundamentalismo era "un fantasma que recorría el mundo". Así, explicó que, si bien este tenía un enfoque religioso, también estaba presente en otros campos y se evidencia en la existencia del fundamentalismo político, económico, patriarcal, étnico, científico y antropocéntrico.
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El término “fundamentalismo” se originó como un movimiento religioso cristiano que velaba por una interpretación literal de las Escrituras y no presentaba tolerancia hacia otras versiones del cristianismo. Posteriormente, el término fue dirigido a una concepción integrista de la religión que pone determinada creencia en una posición privilegiada y deja de lado otras perspectivas.
Lamentablemente, el fundamentalismo dificulta el diálogo multicultural e interreligioso, ya que ve mal cualquier otro tipo de creencias. Si bien en los últimos años este movimiento se ha asociado al islam, el judaísmo y el cristianismo también experimentan versiones fundamentalistas que distorsionan sus valores fundamentales. De este modo, el fundamentalismo implica tendencias que fomentan la violencia entre las personas, como sustituir la esperanza por una convicción acrítica, forzar conversiones, promover obediencia ciega a la autoridad, prohibir la investigación y la reflexión libre, temer y odiar a aquellos que piensan diferente.
En una conferencia realizada en la Pontificia Universidad Católica del Perú, Juan José Tamayo, un reconocido teólogo español, señaló que el fundamentalismo era “un fantasma que recorría el mundo”. Así, explicó que, si bien este tenía un enfoque religioso, también estaba presente en otros campos y se evidencia en la existencia del fundamentalismo político, económico, patriarcal, étnico, científico y antropocéntrico.
Tamayo indica que todos estos actúan en complicidad y se refuerzan mutuamente. Asimismo, les atribuye ciertos rasgos en común, por ejemplo, el de absolutizar lo relativo, generalizar lo particular, pensar en una verdad absoluta, simplificar lo complejo, eternizar lo temporal y sacralizar lo profano. En este sentido, notamos que no existe ningún equilibrio en esas situaciones, lo que desemboca en violencia que incluso resulta legitimada.
El diálogo como respuesta a los conflictos
El fundamentalismo impulsa los conflictos basados en las diferencias. Frente a esta problemática, la alternativa que propone Juan José es el diálogo político, interreligioso, intercultural e interdisciplinar, y, por supuesto, la no violencia. De este modo, menciona que dicho recurso es un talento de los seres humanos que permite encontrar la verdad y resolver de manera pacífica los conflictos. Asimismo, explica que el diálogo es una actitud respetuosa y no pretende vencer o convencer, sino encontrar los elementos de encuentro en diversos conflictos. En este sentido, considera que ese recurso le puede hacer frente a cualquier problema y que las diferencias son una muestra de la riqueza humana que no debería generar desigualdades.
En esta misma línea, vale la pena destacar que el diálogo es parte esencial del ser humano, ya que es un ser sociable que requiere de espacios de comunicación. Por otro lado, el diálogo requiere de una argumentación constante para que las ideas no se mantengan estáticas y que las personas se mantengan abiertas a escuchar y a cambiar sus pensamientos por unos que consideren mejores o más acertados. Así también, el diálogo debe ser liberador. Al respecto, Tamayo hace énfasis en que este recurso necesita una alianza con la lucha contra la desigualdad estructural y la pobreza.
Apertura a lo nuevo
Resulta interesante el enfoque que tiene Tamayo hacia la apertura de mente y alma a nuevas experiencias e ideas, debido a que esto permitiría juzgar menos y vivir más. A modo de ejemplo, el doctor compartió en su conferencia que un amigo suyo vivía plenamente un diálogo interreligioso, pues podía adaptarse y adoptar varias religiones a la vez sin sentir que le faltara el respeto a ninguna de ellas. Probablemente muchas personas puedan tener un conflicto con ello, pero nos permite ver que todas las religiones pueden coexistir de manera pacífica y sin creer que una es mejor que otra.
Conclusión
El fundamentalismo genera conflictos que no se limitan solo al ámbito religioso, sino que también se manifiestan en otras esferas. El diálogo y la apertura son caminos hacia la resolución de los problemas y el fomento de una sociedad más inclusiva y justa. El diálogo es fundamental para erradicar los conflictos actuales, ya que no involucra violencia y, al contrario, la evita debido a que se mueve por el amor, el cual debería ser nuestro credo y nuestra fe. La apertura a lo nuevo es fundamental para promover la paz y la convivencia armoniosa entre las personas, lo que contribuye a un mundo más tolerante y compasivo.
Bibliografía
El fundamentalismo religioso. (2014, 10 de octubre). IDEHPUCP. https://idehpucp.pucp.edu.pe/opinion_1/el-fundamentalismo-religioso/
Juan José, T. (2022, 24 de noviembre). El diálogo intercultural e interreligioso como respuesta a los fundamentalismos [Conferencia]. Facultad de Estudios Generales Letras PUCP, Lima, Perú.
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