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Democracia en crisis… otra vez: Repensando el Perú que queremos en Fiestas Patrias

Foto del escritor: Geraldy RojasGeraldy Rojas

“El Perú es un problema, pero también es una posibilidad”

Jorge Basadre


En estas Fiestas Patrias, más allá de los festejos y celebraciones, recordemos la importancia de fortalecer el compromiso con nuestra democracia. Los últimos acontecimientos políticos requieren de una reflexión crítica sobre la polarización de la sociedad, el desprestigio de la clase política y la apatía ciudadana. En ese sentido, el presente artículo abordará la necesidad de fortalecer la democracia a través del diálogo, la participación ciudadana y el compromiso con el bien común para construir un país más unido, justo y tolerante para todos. Asimismo, se hace un llamado a valorar la democracia como una responsabilidad compartida para la búsqueda de consensos que permitan superar las continuas crisis políticas.



Si bien cada 28 de julio somos testigos de las diversas celebraciones en donde la algarabía y los sentimientos de patriotismo están presentes en las actividades sociales que conmemoran la independencia del país, creo firmemente que este día es una oportunidad para evaluar y reflexionar críticamente sobre los recientes acontecimientos que desafían la estabilidad democrática y, sobre todo, el futuro de una sociedad cada vez más polarizada. Parece ser que el proyecto político de un país que aúna a todos los peruanos se vuelve cada vez más utópico al pasar de los años. De modo que, si hace dos años era imposible escapar de los conflictos electorales que tenían como principales protagonistas a dos candidatos con el mayor rechazo popular del historial electoral peruano, hoy en día es más difícil ponerse de acuerdo sobre cuál es la mejor solución para salir de una crisis política que sigue presente y que, hay que decirlo, afecta nuestra calidad de vida.



Es un hecho que el Perú, a lo largo de su historia, ha enfrentado múltiples obstáculos que pusieron a prueba la fortaleza de nuestra democracia. Así pues, los gobiernos militares, el Conflicto Armado Interno (CAI) y el autoritarismo competitivo de Fujimori son solo algunos ejemplos que ilustran claramente cómo la soberanía popular, los derechos y las libertades fundamentales de los ciudadanos fueron vulnerados en un marco de violencia y anhelo de poder. De esta manera, a raíz de una serie de eventos que dañaron la voluntad y la representación política de la población peruana, se debilitó el sistema democrático diseñado para promover la participación activa en la toma de decisiones políticas y, asu vez, surgió una apatía hacia cualquier asunto que deviniera de la esfera política. Empero, a pesar de todas estas dificultades, la democracia supo imponerse sobre aquellos intereses particulares que tenían como última intención el bien común. En ese sentido, da la impresión de que nuestra democracia es lo suficientemente sólida para hacer frente a todo obstáculo que ponga en peligro el Estado de derecho, el pluralismo, la soberanía, la igualdad y los derechos fundamentales de todos los ciudadanos. No obstante, los recientes acontecimientos después de la toma de mando de la presidenta de la república Dina Boluarte demuestran que aquella “fortaleza” de la democracia peruana es solo un espejismo.


Según el último informe del Latinobarómetro, organización sin fines de lucro que investiga el desarrollo de la democracia, la economía y la sociedad, el Perú tiene el 91% de la población insatisfecha con su democracia (Corporación Latinobarómetro, 2023, p.30). Esta cifra evidencia la carente representatividad, transparencia y eficacia del gobierno. Por otro lado, demuestra un exacerbado descontento popular, el cual no es novedoso si tenemos en cuenta que durante los últimos años y, en específico, los últimos meses fuimos testigos de movilizaciones sociales alrededor de todo el país exigiendo acciones políticas por parte del Congreso y el Ejecutivo como el adelanto de elecciones y la redacción de una nueva constitución. Aunado a ello, las protestas a inicios de este año contribuyeron a un mayor rechazo hacia la clase política, pues se vulneraron derechos fundamentales como la libertad de expresión y el derecho a la vida. De acuerdo a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, el alto número de personas fallecidas y heridas durante las protestas confirman el uso desproporcionado de la fuerza por parte del Estado (CIDH, 2023, p.101). De esta manera, las acciones del gobierno central provocaron el desprestigio de la institucionalidad democrática, lo cual también se hace evidente en el 91% de desaprobación.


Aunque el bajo apoyo a la democracia es un fenómeno presente en toda América Latina, pues así lo evidencia el 28% de satisfacción de acuerdo al Latinobarómetro, el Perú representa un caso crónico debido a ser el único país del estudio cuya satisfacción con la democracia es inferior a los 10 puntos porcentuales, lo cual nos ubica por debajo de países como Venezuela y Guatemala (Corporación Latinobarómetro, 2023, p.37). Ello implica que, en nuestro país, los ciudadanos se sienten menos satisfechos con el actual régimen político en comparación a países con evidentes signos de autoritarismo y baja transparencia institucional. Asimismo, el bajo porcentaje de aprobación propone la posible preferencia hacia gobiernos autoritarios donde la “mano dura” pareciera ser más efectiva que la participación popular y el respeto de los deberes y derechos ciudadanos.


Sin embargo, aún cuando el problema de la democracia en el Perú se agrava cada año, como las investigaciones presentadas líneas arriba, el diálogo y la participación activa de la ciudadanía en asuntos políticos se presentan como posibles soluciones que están al alcance de todos, pero que requieren de responsabilidad y compromiso. Estos dos últimos requisitos son parte del proceso de fortalecimiento democrático, pues se necesita de ciudadanos activos, conscientes y dispuestos a involucrarse al debate público, el cual ofrezca un espacio de concertación para exigir transparencia y rendición de cuentas a nuestra clase política. Por tal motivo, más allá de la necesidad de políticos de carrera que promuevan el bien común y; además, resolver las dificultades que se tienen en los partidos políticos, la instituciones del gobierno y los poderes del Estado, los cambios que queremos en nuestro país no serán posibles sin la acción política de la ciudadanía.


La preservación de la democracia no solo implica votar cada cinco años, sino más bien es una responsabilidad compartida entre todos nosotros para velar por el bienestar y el progreso de nuestra sociedad. Asimismo, el sentimiento de patriotismo no solo es cuestión de fechas conmemorativas sobre algún héroe nacional, partidos de fútbol o, como en este caso, Fiestas Patrias, sino que el amor por nuestro país debería trascender cualquier celebración y ser parte de nuestra cotidianidad. Así, por ejemplo, las decisiones que tomamos durantes las elecciones deberían seguir la línea de la responsabilidad que cada uno tiene con su país. De esta manera, formaríamos un compromiso genuino con el bien común para poder superar los obstáculos que enfrenta nuestro país y su democracia.


De manera análoga, debemos ser capaces de encontrar puntos comunes en la convivencia democrática que eviten diferencias ideológicas o de cualquier índole político, pues la inestabilidad política y la polarización de la sociedad minan todo proyecto que promueve el diálogo constructivo y la búsqueda de consensos. De esta manera, a través de espacios que promuevan la discusión tolerante y el entendimiento mutuo, fortaleceríamos el pluralismo político necesario para una vida en democracia. Esto supone que, si bien existen diferencias partidarias, el interés de la sociedad en conjunto prima por sobre cualquier idea, proyecto o plan particularista.


Después de dos años de celebrar los 200 años de vida independiente, el Perú aún se enfrenta a conflictos políticos, económicos y sociales. Lamentablemente, no hemos logrado encontrar una solución a estos problemas que, a pesar de ser eventos coyunturales, pueden ser explicados a través de la historia de nuestro país, lo cual evidencia la importancia de no ser indiferentes a los acontecimientos anteriores a nuestra época para -como dicen muchos historiadores- no repetir los mismos errores del pasado. Así que, en esta celebración de nuestra identidad y patria, hagamos una pausa para evaluar críticamente nuestro papel como ciudadanos. Asimismo, reafirmemos nuestro compromiso con la democracia, la transparencia y la participación activa en la vida política del país. Es hora de recordar que el poder reside en nosotros, y nuestras acciones, más que nunca, tienen el potencial de forjar un Perú próspero y unido para todos.


Nuestro país no es perfecto y aún tiene muchos problemas por solucionar; sin embargo, los ciudadanos que apuestan por el bien común y la democracia son quienes mantienen la esperanza de construir un Perú con más tolerancia, respeto e igualdad. Todavía no somos capaces de ver lo que nuestro país puede llegar a ser. De este modo, estamos enfrascados en discusiones que contribuyen a la división de la sociedad y, por otro lado, dificultan la formulación de nuevas soluciones. Para finalizar, en estas Fiestas Patrias celebremos no solo nuestra historia y cultura, sino también nuestro compromiso con un Perú más justo, equitativo y democrático. Tengamos presente que el cambio que reclamamos necesita de un “nosotros” para poder construir un país para todos, sin distinción alguna.


BIBLIOGRÁFIA

Comisión Interamericana de Derechos Humanos. (2023, 04 23). Situación de Derechos Humanos en Perú en el contexto de las protestas sociales. Retrieved 07 26, 2023, from https://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/2023/informe-situacionddhh-peru.pdf


Corporación Latinobarómetro. (2023, 07 21). Informe 2023. LA RECESIÓN DEMOCRÁTICA DE AMÉRICA LATINA. Santiago de Chile. Retrieved 07 26, 2023, from https://www.latinobarometro.org/lat.jsp

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