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Demian: la complejidad en la construcción del ser

Foto del escritor: Daniel SilvaDaniel Silva
“La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero”. Demian es la famosa novela del escritor alemán Hermann Hesse en la que se nos narra la historia de Emil Sinclair en su proceso de transición de la niñez a la adultez, planteándonos en el camino una serie de dilemas filosóficos y reflexiones que pretenden ahondar en la construcción de la personalidad y el pensamiento. En esta travesía conocerá a Max Demian quien marcará el inicio del proceso de liberación de una consciencia y el acercamiento al mundo de lo “prohibido”.   


La idea de los dos mundos


La obra nos presenta el conflicto en torno al concepto de dualidad en la vida y dentro del ser humano; de este modo, Emil Sinclair nos explica la existencia de dos mundos opuestos en donde se desarrollan ideas, comportamientos y simbolismos relacionados a dos campos semánticos básicos: el bien y el mal. El primero de ellos es aquel definido como el mundo de la luz en donde se encuentra todo lo bueno, siendo relacionado por Sinclair con la figura de sus padres, la inocencia y niñez de sus hermanas, la rectitud y severidad en su crianza y un sistema de valores en donde el amor era una prédica acompañada por el remordimiento, la confesión y el perdón. Por otro lado, tenemos el mundo de la oscuridad siendo el lugar que alberga la maldad y todo lo contrario al mundo luminoso. De esta forma, nuestro personaje principal lo asocia con el crimen, los vicios, los excesos, el deseo y lo enigmático; siendo todas estas cosas ajenas a su realidad y percibidas como prohibidas.


La implicancia que supone la existencia de ambos mundos para Sinclair plantea un cuestionamiento constante a lo largo de su crecimiento y desarrollo como persona. La idea de salir del mundo luminoso le es aterradora en tanto sus consecuencias involucran una desvirtuación de la consciencia y la ética. Esta noción que se le es implantada desde la niñez no solo condiciona su actuar en relación con el cómo debe ser, sino que también limita su forma de pensar. Es así como, el caminar por el mundo sombrío es visto por el personaje como el abandono de una realidad a la que por defecto era perteneciente y el aparente resultado de ello no solo sería perderse a sí mismo, sino que involucraría, además, perder aquellas cosas que él ama para siempre. No obstante, para Emil Sinclair el mundo de la oscuridad le era atractivo mientras este significara una oportunidad para encontrar algo que lo definiera y diera un sentido a su vida. Como tal la premisa de la obra reside en el romper con todo lo preestablecido bajo la recompensa de descubrir un nuevo mundo y encontrarte a ti mismo en el camino. De esta manera, el libro nos ayuda a entender a través de las vivencias y descubrimientos de este personaje que el ser humano es más complejo que el solo ser bueno o malo, pues de alguna u otra forma siempre encontraremos algo de uno en lo otro uniendo ambos mundos y convirtiéndolos en uno solo.   


La marca de Caín y la necesidad de romper un mundo


En el capítulo dos que lleva por nombre Caín se nos introduce al personaje de Max Demian, el cual es percibido por Sinclair como un chico cuya apariencia proyecta madurez, sabiduría y firmeza. Su primera interacción ocurre cuando estos dos personajes caminan juntos a casa luego de haber compartido una clase. En el transcurso de esta escena Demian y Sinclair mantienen una conversación sobre lo visto en el curso de Historia Sagrada y el tema central aterriza en la parábola de Caín y Abel. En principio, Sinclair afirma estar conforme con el relato clásico; sin embargo, Demian lo insta rápidamente a ir más allá y cuestionarse aquello que había escuchado en la clase. De esta forma, este último le propone una nueva perspectiva sobre esta historia señalando que, aunque los sucesos narrados son posibles, la contradicción en todo ello es que Caín fuera recompensado con una marca distintiva que lo proteja y atemorice a los demás a pesar de su actuar.


Para Max Demian la marca de Caín no es el castigo como resultado de un asesinato, sino que representa una diferenciación natural. Asimismo, esta marca no es una señal en la frente, sino que supone un algo poco perceptible pero que es posible de reconocer en el carácter, el poder y la inteligencia de su figura. Este hecho es lo que genuinamente originó el miedo en la gente y lo que llevó a aquellos que no la poseyeran a inventar un relato para vengarse y justificar su temor a lo distinto; en efecto, la marca de Caín no fue una consecuencia, sino el punto de partida de esta historia. Sobre la idea del asesinato de Abel, Demian expone que esto no deja de ser posible; no obstante, nos da entender que el hecho no se habría tratado de dos hermanos, pues en realidad solo estaríamos hablando de la muerte de un hombre débil a manos de un hombre fuerte.


Por su parte, el mensaje de Hesse a través de esta metáfora es claro, la idea de lo diferente es algo que termina asustando a aquellos que están acostumbrados a lo común. La sociedad critica e intenta someter a los que cuestionan lo prestablecido, haciendo que los que posean la marca de Caín sean vistos como una amenaza. Es así como para Emil Sinclair dar cuenta de ello le genera una nueva disyuntiva sobre el desarrollo del pensamiento propio. Del mismo modo, este personaje identifica esta marca en Demian reflejando las virtudes de un hombre inteligente y lo suficientemente valiente para cuestionar todo lo que se nos es dado por conocimiento.


Por otro lado, lo que vemos reflejado en la trama que interpreta Sinclair es el miedo de atreverse a salir de la idea de lo común, pero sobre todo del miedo de que tal acción implique alejarnos de lo que consideramos como bueno. El proceso de este libro empuja a nuestro personaje principal a romper con el mundo que solía conocer y a emprender un camino de búsqueda del pensamiento individual rompiendo con esquemas y retratando puntos de quiebre en la personalidad del ser humano. En ese sentido, la historia de Sinclair estará marcada por hechos personales cuya repercusión recaerá en la construcción de un nuevo yo. De igual manera, aunque su recorrido sea a menudo caracterizado por la soledad será también acompañado por las enseñanzas y cuestionamientos generados a partir de la figura de Max Demian. Así pues, este será un mentor que lo guiará en el descubrimiento de la vida y que en gran parte representará la idea de una conciencia libre y despierta.


Reflexiones finales


Este libro clásico encarna una serie de planteamientos existencialistas que invitan a los lectores a atreverse a repensar nuestra forma de percibir el mundo. La premisa de esta obra rompe con conceptos como la dualidad y la idea de lo preestablecido para profundizar en cuestiones que conciernen a lo más elemental del ser humano: la personalidad y el pensamiento. Por este motivo, leer a personajes como Emil Sinclair y Max Demian despiertan cierta sintonía en aquellos que estén dispuestos a emprender la misma travesía en el descubrimiento de un nuevo sentido de la vida y la construcción de un yo personal.


Para ello, tal y como nos lo presenta la trama, será necesario romper con el mundo como lo conocemos y atrevernos a despertar la marca de Caín que nos ayude a construir el pensamiento propio, pues solo así podremos convertirnos en aquel hombre fuerte que matará al débil en nosotros mismos. Esto a su vez, supone entender la complejidad en las cosas dejando de lado conceptos primarios como el bien y el mal para erigir un mundo en donde ambos sean parte de un todo. Sin duda alguna, las ideas profundas en Demian guardan una esencia cautivadora que hacen de esta obra un texto novedoso a pesar de haber transcurrido cien años desde su publicación. 


Referencias


Hesse, H. (1919). Demian. Ediciones americanas.

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