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Leamos, porque aún tenemos mucho que sentir y escribir: breve recorrido por la tradición impresa

Foto del escritor: Lia FlorentinoLia Florentino
Esta columna de opinión pretende destacar el poder de las palabras. Por lo tanto, de los libros. En mi corta trayectoria como lectora, he encontrado entre las páginas una fuente inagotable de invención, creatividad, pero sobre todo, crítica y humanidad. Los libros representan el medio principal a través del cual expresamos nuestros ideales, anhelos, así como también desilusiones y desdén. Cada escritor, a lo largo de la historia, ha sido capaz de reconocer los aciertos y desaciertos de su época, y ha instrumentalizado sus palabras de tal manera que ejercen como símbolo de rebeldía y revolución. Carlos Fuentes decía que la invitación Quijotesca nos insta a salir de nosotros mismo y ver al mundo como un enigma pero también como posibilidad incumplida. Es por ello que pretendo embarcar a los lectores de este pequeño testimonio a un viaje por el universo literario. Destaco cuatro ejes que no hacen más que subrayar la universalidad y extensión de los libros: los ideales globales como la justicia, los cuestionamientos filosóficos como el existencialismo, las problemáticas de política nacional como el autoritarismo y la expresión máxima de la rebeldía a través de la poesía. Los cuatro ejes en mención van desde la génesis de la novela con Cervante y su icónico Don Quijote, para así seguir con la gran paradoja de los círculos infinitos en “El mito de Sísifo” por Camus. Pasamos de Francia a Chile con el “Nocturno de Chile” de Bolaño, el que revela la crítica al autoritarismo en la dictadura de Pinochet, y, a su vez, los males arraigados a la sociedad chilena. Para culminar, la poesía de Benedetti nos recordará la importancia de ser jóvenes sin prisa y con memoria, de no ceder ante la modernidad y mantener vivos nuestros ideales. 


Recuerden, podemos olvidar 

Miren, no sabemos quienes somos 

Escuchen, ya no nos entendemos ... 


Carlos Fuentes, Premio Cervantes 1987



Me encuentro sumamente entusiasmada de poder escribir esta columna de opinión dedicada a subrayar la importancia de los libros debido a que, gran parte de mi pequeña vida, me he visto arraigada a la idea de la posibilidad y grandeza que solo yace en un, buen, libro. En aquellas páginas repletas de invención, creación y creatividad. En palabras que me permiten conocer pero, sobre todo, reconocer al otro. Los libros, son el medio más importante para el hombre, mediante las palabras expresamos nuestros ideales y anhelos, así como también nuestra desilusión y desdén. De esta manera, cada escritor ha sido capaz de reconocer los aciertos y desaciertos de su época, de su sociedad, y de sí mismos. Y es mediante este gran símbolo de valentía que transmite su testimonio de rebeldía. Carlos Fuentes decía: “La invitación Quijotesca es la invitación perpetua a salir de nosotros mismos y vernos a nosotros y al mundo como enigma pero también como posibilidad incumplida”. Por ello, tenemos un largo camino que recorrer, y es solo mediante nuestras palabras, mediante impregnar nuestra crítica a mano alzada, lo concebido como la gran tradición impresa, que seremos capaces de entrar en diálogo y conflicto con nuestro tránsito, con nuestros pares, y sobre todo, con nuestro tiempo. A fin de ilustrar este repertorio de ideas, me permitiré guiarlos por las grandezas que ofrece el mundo de la literatura. Siendo así, encontraremos 4 ejes que resultan idóneos para remarcar la universalidad y extensión de los libros. Desde los ideales globales como el sentido de justicia, cuestionamientos filosóficos como el existencialismo, problemáticas políticas nacionales como el autoritarismo, hasta el signo máximo de rebeldía mediante la poesía. 


Mil seiscientos cinco fue el año de la génesis de la novela, Cervantes nos hizo conocedores de grandes personajes como Alonso Quijano y Sancho Pansa, que en busca de la justicia se encontraron con uno de sus mayores rivales: un molino de viento. Quijano se enfrentó a este gran ente con total cordura a fin de cumplir con el primero de sus propósitos. Dicho así, parece distanciarse un poco, solo un poco, de la realidad, parece ficción, comedia. Sin embargo, aquella escena resulta ilustrativa para demostrar cuán importante es luchar por nuestros ideales incluso si estos se ven desestimados por el resto. Nos impulsa, nos hace dar un paso más hacia aquello que deseamos con el corazón. 


En contraparte, para nuestra buena o mala suerte también contamos con una reserva invisible de humanidad, una que asi como nos permite renovarnos al enfrentar nuestros miedos, también nos condena a estos, es aquí donde resulta pertinente mencionar a uno de los autores franceses más prominentes del siglo XX: Camus. “El mito de Sísifo”, nos propone crear nuestro propio acto de rebeldía frente al, aparente, absurdo. A medida que avanzan las páginas nos demuestra que – en ausencia de un propósito capital –  nos queda tener valentía de espíritu y elegir, una y otra vez, seguir adelante. Así como Sísifo estaba condenado a empujar una roca cuesta arriba, solo para verla rodar hacia abajo cada vez que estaba a punto de alcanzar la cima, nosotros hemos pasado por cargas de toda índole, dificultades, amarguras del corazón, desilusiones, e infinidades semejantes. Aun así, lo importante recae en el saber cotidiano de que la vida siempre otorga un mañana, una nueva oportunidad de hacer las cosas bien. Estamos en un constante aprendizaje, nos construimos, nos derrumbamos, pero también nos levantamos, con menos errores y más sabiduría. 


Pasamos de Francia a Chile, donde los libros también se convierten en un medio para alzar la voz contra los males políticos nacionales, en esta ocasión, contra el autoritarismo que permaneció vigente durante dieciséis años: el caso Pinochet y sus desfases. “Nocturno de Chile”, novela escrita por el último de los escritores malditos: Bolaño, nos hace partícipes mediante una novela modo de monólogo de la vida del Sacerdote Urrutia, crítico literario y miembro de la elite chilena, nos adentramos en sus pensamientos, nos hace conocedores de cuáles son los problemas dentro de su oasis. La trama gira en torno a cuál es el lugar que ocupa la traición, corrupción y complicidad moral, en el autoritarismo mediante una figura religiosa. Bolaño fue capaz de destacar la complejidad de estos elementos en aquel periodo, pero aun más importante que ello, nos demostró cuáles eran los males arraigados en la sociedad chilena, males atribuidos a una forma dictatorial de pensar, de ser, de actuar. Resulta pertinente destacar que aun veinticuatro años después de publicada la novela, esta problemática sigue representando una cotidianidad. Nocturno de Chile queda en calidad de precedente, mediante él podemos encontrar la crítica del pasado y así visualizar el futuro. Nos concede la capacidad de cuestionarnos el presente y por que estas prácticas se siguen reproduciendo. 


En la poesía encontramos a un sin fin de exponentes, como Pizarnik, Castellanos, Mistral, Plath. Sin embargo, por cuestiones de temática me remitiré a el Tano: Benedetti. Desde mil novecientos seis Benedetti escribiría un poema en nombre de la inquietud y preocupación acerca del futuro en una sociedad que se caracterizaba por la incertidumbre, injusticia y avance tecnológico desmedido. A continuación presento: ¿Qué les queda a los jóvenes? 


¿Qué les queda a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco? 

¿solo graffiti? ¿rock? ¿escepticismo? 

también les queda no decir amén 

no dejar que les maten el amor 

recuperar el habla y la utopía 

ser jóvenes sin prisa y con memoria 

situarse en una historia que es la suya 

no convertirse en viejos prematuros 


No hay mucho que agregar ante un poema que ya lo ha dicho todo, pero resalto: ser jóvenes sin prisa y con memoria. Nosotros somos los únicos en la capacidad de vivir el presente y crear un futuro acorde a nuestros ideales y convicciones. No cedamos ante la modernidad llena de crisis, llena de tecnología y modas que carecen de originalidad, en la que se ausentan los valores del espíritu y los hábitos del buen lector. Permitámonos renovarnos sin negarnos y encontrarnos en el poder de nuestras palabras. Escribamos por pasión, por tristeza, por crítica, por amor, por rebeldía. Pero escribamos. Leamos y nutramos nuestras mentes de infinidad de posibilidades, conozcamos nuestra historia y llenemos sus vacíos. Porque primero se empieza leyendo, después escribiendo. Porque lectores y escritores somos todos. 



 


Bibliografía: 


Benedetti, M. (1999). ¿Qué les queda a los jóvenes? En La vida, ese paréntesis (p. XX). Editorial Sudamericana. 


Bolaño, R. (2000). Nocturno de Chile. Editorial Anagrama. 


Camus, A. (1942). El mito de Sísifo [The Myth of Sisyphus]. Buenos Aires: Losada. 


Cervantes Saavedra, M. de. (1605). El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha [The ingenious gentleman Don Quixote of La Mancha]. Madrid: Espasa-Calpe.

 

Fuentes, C. (1987). Discurso de Carlos Fuentes en la entrega del Premio Cervantes 1987 [Video]. YouTube. 

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